Del activismo político a las propuestas

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Del activismo político a las propuestas

El activismo político alrededor del tema migratorio y la relación con Estados Unidos debe pasar a las propuestas concretas. La prioridad debe centrarse en buscar mecanismos y recursos legales para evitar las deportaciones, pues es una realidad que la gran mayoría de los connacionales desea permanecer en el vecino país del norte.

A la red de alcaldes de ciudades santuario se deben sumar universidades y todos los sectores para encontrar estrategias que permitan dar alternativas para que jóvenes como los “dreamers” no sean deportados.

Con los recientes anuncios del presidente de EU, Donald Trump, confirmamos que su ofensiva migratoria se consolida. Eso obliga a pasar de las reacciones a las acciones. Esta semana, Trump dio a conocer que su Departamento de Seguridad Interior contratará a 15 mil nuevos agentes. Su advertencia es clara, está dispuesto a materializar sus obsesiones racistas con deportaciones masivas.

Es tiempo de que con la misma contundencia actuemos. Hasta ahora no hemos visto más que reacciones blandas, llamados estériles a la unidad que no pasan del discurso a un plan claro que ofrezca alternativas. Si se pide unidad que sea para acciones prácticas y no solamente retórica.

Con las acciones persecutorias anunciadas por Trump se avecinan violaciones a los derechos humanos de al menos once millones de indocumentados en EU, de los cuales se calcula, 6.5 son mexicanos. ¿Vamos a seguir estancados en los discursos demagógicos de llamado a la defensa o vamos realmente a dejar de lado intereses particulares para reunir esfuerzos y ofrecer a nuestros connacionales opciones de una vida digna?
Llama la atención que poco más de 2.1 millones de indocumentados en Estados Unidos son menores de edad, los denominados “dreamers”, los inmigrantes que llegaron al país del norte cuando eran niños y que ahora se abren paso allá, con los esfuerzos propios y de sus familias, estudiando, trabajando, siendo productivos. Hay que estar preparados y preguntarnos qué tiene México para ofrecerles.

Como actores políticos tenemos la obligación de ir más allá, porque es en los panoramas más difíciles donde debemos sacudir los viejos paradigmas. Hasta ahora, la gran mayoría se ha concentrado en propuestas sobre cómo recibir a quienes serían deportados, sin ir al fondo y pasando por alto que lo que nuestros connacionales piden es que se les apoye con una defensa eficaz, desde allá.

Separar a miles de familias, arrebatarles sus sueños y planes a los millones de mexicanos que llegaron a EU en la búsqueda de mejores condiciones, no se resuelve con propuestas de escenarios hipotéticos en México.
¿Qué se necesita para garantizar que sus derechos humanos no sean violados? ¿Cómo podemos contribuir a que sus vidas no sean violentamente transformadas? Hacia allá es hacia a donde el debate, las propuestas y las acciones deben ir.

Lo inmediato es protegerlos, diseñar e impulsar los mecanismos que les permitan mantener una vida digna sin persecuciones ni criminalización. Es hora de escucharlos y de actuar en consecuencia. Garantizar su derecho a permanecer donde encuentran la felicidad es también nuestra tarea.