Defiende Lav Diaz su película de ocho horas que se exhibe en la Berlinale

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Defiende Lav Diaz su película de ocho horas que se exhibe en la Berlinale

Que su cinta "Hele sa Hiwagang Hapis" ("A Lullaby to the Sorrowful Mystery") tenga una duración de 482 minutos no era algo premeditado, explica Diaz

El cineasta filipino Lav Diaz deja huella en la 66 edición de la Berlinale con "Hele sa Hiwagang Hapis" ("A Lullaby to the Sorrowful Mystery"), una cinta de ocho horas de duración que defiende porque, afirma, su objetivo es hacer cine y el mercado no le importa.

En una entrevista con Efe, reconoce el riesgo que corrió el Festival Internacional de Cine de Berlín al incluir en la competición su película, que narra la lucha filipina contra la opresión colonial.

"Es un gran riesgo para ellos, es una gran apuesta, pero está funcionando, funciona, lo puedes ver en la reacción de la gente que fue ayer (a la proyección). Hicieron una apuesta y funcionó", celebra el realizador, que insiste en que su objetivo es hacer cine, no vender películas.

Sus películas no son "una mercancía" ni "un producto" que quiera vender; únicamente la cultura y el cine son su fin a la hora de crear, recalca.

"Que se joda el mercado. El mercado no me importa", dice, y asegura que concibe su obra como "una buena pintura", "atemporal" y que "estará ahí para siempre".

Que su cinta "Hele sa Hiwagang Hapis" ("A Lullaby to the Sorrowful Mystery") tenga una duración de 482 minutos no era algo premeditado, explica.

En ese sentido, afirma, él sólo filma: "la decisión llega cuando pones juntas todas las cosas, y si se convierte en 40 horas, entonces son 40 horas".

"Puedo reducirlo a tres horas, pero no es lo mismo. Puedo reducirlo a cinco minutos, pero no es lo mismo", agrega el director, y explica que cuando edita sus películas deja que fluya el "ritmo real".

Su películas son "muy novelísticas", con espacios en los que poder "meditar y reflexionar", donde "puedes ver las cosas moverse", "sumergirte" en la historia y "ser parte de ese universo".

Así, el filme con el que opta al Oso de Oro consiste en largas escenas rodadas con cámara fija, de diálogo o de acción, con las que Díaz recorre, sin imágenes cruentas, la lucha por la independencia del archipiélago frente al poder colonial español.

(i-d) Los actores Ángel Aquino, Piolo Pascual, Cherie Gil, el director Lav Diaz, John Lloyd Cruz, Alessandra De Rossi, Paul Soriano y Susan Africa en la 66º edición del Festival de Cine de Berlín. Foto EFE

Rodada en blanco negro, apuesta por la parsimonia meticulosa, sin banda sonora ni mayor acompañamiento acústico que el rumor de las hojas azotadas por el viento en la jungla filipina, de las olas rompiendo en la playa o el piar de los pájaros.

Arranca con la ejecución, el 30 de diciembre de 1896, del héroe nacional José Rizal, médico, escritor y revolucionario filipino, a partir de la cual discurrirán una serie de personajes en torno a Andrés Bonifacio, figura mítica de la guerra que acabó con 300 años de poder colonial.

"La psique española en nosotros todavía sigue muy viva y, sobre todo, el período de la revolución es importante" por ser el que "acabó con el imperio en esta parte del mundo" y significó la emancipación y la liberación de España, del poder colonial, en 1898.

Según Diaz, es necesario volver a contar esta historia y para ello "el cine es una herramienta potente".

"Tenemos que reflejar esta época, este período de nuestra historia, de manera que podamos examinar por qué somos ahora como somos, porque ese período también creó nuestra nación. La revolución creó la nación filipina", subraya.

 

Es "verdaderamente importante" entender esta parte de la historia, agrega, "no sólo para la gente, no sólo para España, sino para todo el mundo".

El cineasta recuerda que "los colonizadores españoles estuvieron ahí por casi 400 años, así que cambio todo el panorama de la cultura filipina".

"Cambió nuestra psique, cambiaron nuestros nombres. Ahora soy Díaz, desconozco nuestros nombres de antes", añade convencido de que hasta el día de hoy Filipinas no está realmente libre de opresiones.

A su juicio, "quedan cuestiones poscoloniales" de las que no es posible escapar, y, además, hoy en día la cultura Occidental forma parte prácticamente de la filipina.

"Es como lo que se plantea en la película: tenemos que buscar la verdadera libertad filipina, pero cuál es la verdadera libertad filipina", se pregunta.

El diálogo sigue abierto, agrega, y recuerda que "Filipinas es un estado multicultural ahora, como ocurre en todas partes".