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Defensores de migrantes piden ir más allá de la caridad
La universidad Iberoamericana de Torreón organizó un panel con el padre Pedro Pantoja Arreola, asesor de Casa Belén en Saltillo y Samuel de los Santos, director de Iniciativa Kino en Nogales, Sonora, donde ambos destacaron la necesidad de pasar ya de la parte caritativa hacia los migrantes a realizar acciones de profundidad que reconozcan una inserción integral, humanitaria, política, laboral y religiosa.
Pedro Pantoja habló de la necesidad de privilegiar la visibilidad cultural de los migrantes y refugiados y no verlos simplemente como una acción caritativa o lo que es peor, como un problema social, pues aseguró que persisten señalamientos, juicios y racismo.
“No hay que conformarse con la defensa de los derechos de los migrantes. Hay que liberar el territorio, crear un blindaje social en favor de las víctimas”, sostuvo.
Samuel Lozano de los Santos, quien es originario de Torreón, comentó que el “huracán y terremoto” Donald Trump, está ocasionando muchos estragos, sufrimiento y dolor, pues recalcó que han aumentado 33 por ciento las aprehensiones dentro del país de enero a junio.
Lozano de los Santos mencionó que actualmente las redadas migratorias están ocasionando pánico.
Ejemplificó que 70% de las familias que solicitaron asilo desde 2014, ahora tienen órdenes de deportación..
Refirió que hay una disminución en las deportaciones derivado que los migrantes están durando mucho tiempo en detención. Dijo que actualmente hay más de 600 mil casos pendientes en las cortes de inmigración, donde hay personas que tienen fecha en la corte hasta el año 2022.
El padre Pedro Pantoja expuso la necesidad de hablar de una globalización de la violencia y de la miseria que obliga a dar respuestas estructurales al fenómeno migratorio, pues precisó que el 60% de los migrantes son solicitantes de visa humanitaria, de refugio o al menos de regularización migratoria.
Pantoja criticó que a los refugiados se les busque simplemente insertar en un “modelo laboral esclavista”, donde se ve al refugiado y migrante como “carne, mercancía” para trabajar en un sistema de explotación. “Los usan como una pieza, un eslabón del engranaje económico”, mencionó.