Defender el conocimiento
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Defender el conocimiento
Una de las grandes ventajas del conocimiento científico es su carácter universal. Esto significa que los descubrimientos de las ciencias básicas no dependen de su contexto (histórico ni cultural), una fórmula química es la misma en cualquier lugar del mundo, la teoría evolutiva explica el origen y desarrollo de la vida en nuestro planeta sin importar el idioma en el que sea expresada, y los avances de las matemáticas pueden ser utilizados por científicos de cualquier nación. Por eso, aunque cada país establece sus propias políticas para hacer ciencia, el conocimiento científico no reconoce fronteras geográficas, políticas ni de cualquier otro tipo; de manera que cuando el trabajo de los científicos de la nación más poderosa del mundo se ve amenazado por los recortes presupuestales, la censura y la amenaza de desmantelar agencias de gobierno dedicadas a la investigación y al desarrollo de estrategias y soluciones para problemáticas como el cambio climático, entre otras políticas promovidas por la administración del presidente Donald Trump, todo el sistema científico mundial se pone en juego.
En el desarrollo histórico de la ciencia, los investigadores hemos construido redes globales y hemos buscado habilitar canales de comunicación para que las comunidades de expertos podamos discutir diversos temas y abonar al desarrollo de nuevas y mejores teorías que den cuenta de la realidad objetiva y ayuden a resolver problemas de interés para las sociedades de las que formamos parte. Al censurar a los investigadores estadounidenses e impedir que se siga avanzando de manera coordinada en temas centrales para el futuro de nuestro planeta, como es el calentamiento global —afirmando la existencia de “hechos alternativos”, que no son sino ideas personales que no guardan ninguna relación con la realidad—, se atenta contra la ciencia toda. Es por ello que, ante las acciones y el discurso anti-científico del actual presidente de los Estados Unidos, la comunidad científica internacional convocó a una gran Marcha por la Ciencia, como un llamado a todos los gobiernos del mundo a apoyar con convicción el avance de las ciencias y a las humanidades. La marcha que se llevará a cabo hoy sábado 22 de abril, con el apoyo de instituciones como la American Association for the Advancement of Science, la Unión Europea de Geociencias, la Asociación Europea de Geoquímica y la propia Academia Mexicana de Ciencias, que realizará un evento paralelo a las movilizaciones que tendrán lugar en más de 500 ciudades de todo el mundo, incluidas Irapuato, Xalapa, San Luis Potosí, Guadalajara y la Ciudad de México, donde un grupo de jóvenes convocó a una marcha a las 16 horas del Ángel de la Independencia al Zócalo.
La actual coyuntura internacional invita a reflexionar sobre lo que estamos haciendo en nuestro propio país para promover el avance de la ciencia, toda vez que aquí nos enfrentamos a recortes significativos en el presupuesto destinado a la investigación científica y el desarrollo tecnológico. Es innegable que la investigación científica representa una inversión de recursos importante, que en México es financiada en su mayoría con recursos públicos, pero también es cierto que los beneficios que se obtienen del conocimiento científico justifican sobradamente los gastos económicos, pues están íntimamente relacionados con el bienestar humano y la generación de riqueza, ya que la ciencia es hoy uno de los pilares fundamentales de la libertad y la prosperidad humanas. Pensemos por ejemplo en el caso de las vacunas, que salvan miles de vidas cada año protegiendo a la población de diversas enfermedades; o en el desarrollo de más y mejores tecnologías para mantenernos comunicados.
Las movilizaciones que veremos este sábado son síntoma de que la forma de hacer ciencia está cambiando. Los científicos ya no podemos quedarnos en el laboratorio, es necesario que nos involucremos en el proceso de toma de decisiones y defendamos las razones por las que la ciencia se convirtió en la actividad con mayor desarrollo a lo largo de los últimos dos siglos, con la consecuente mejora en la calidad de vida de una inmensa cantidad de personas que ojalá algún día alcance a la humanidad toda. Se trata, en suma, de celebrar a la ciencia como una pieza fundamental en nuestra vida y en nuestras civilizaciones.