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Debuta Calixto Bieito en la Ópera Nacional de París con un "Lear" atípico
El director de escena español Calixto Bieito, uno de los más internacionales y polémicos de su generación, ultima un nuevo Shakespeare llevado por el deseo de ir a la esencia de la obra, esta vez para la Ópera Nacional de París, donde el lunes da cuerpo al "Lear" del compositor berlinés Aribert Reimann.
Una pieza oscura, con tintes bíblicos y apocalípticos, "muy centrada en la familia como núcleo capaz de provocar una gran tragedia", subraya en una entrevista con Efe este artista que acostumbra a trabajar en varias lenguas y en grandes escenarios de todo el mundo, donde sus creaciones no suelen pasar desapercibidas.
La ceguera, la deslealtad, la decrepitud física y el miedo a la soledad son otros grandes temas shakespeareanos que interesan aquí de manera particular al nuevo director del Teatro Arriaga de Bilbao (España).
Residente desde hace más de una década en Basilea (Suiza), Bieito debuta en la magna institución parisina con las terribles sombras de unos personajes que en su opinión tienen "responsabilidad compartida" en la tragedia que les sumerge.
Su visión queda lejos del cliché del buen y generoso Lear, deseoso antes de tiempo de repartir su reino entre sus tres hijas, que pierde la cabeza víctima del maltrato y la insospechada ambición de dos de ellas, apoyadas en sus respectivos esposos y en algún que otro traidor.
Trajeado, a veces en ropa interior, como otros personajes, el legendario monarca tomará vida en la piel del joven barítono danés Bo Skovhus, mientras que la dulce Cordelia será Annette Dasch, y otras dos sopranos, Erika Sunnegârdh y Ricarda Merbeth, interpretarán respectivamente a sus hermanas Regan y Goneril.
Si en 2004 un país de Europa del Este servía de telón de fondo a la interacción de estas figuras con las del bufón del rey, los fieles condes de Kent y de Gloucester, o el hijo de este, Edgar, traicionados por su hermanastro, Edmond, ahora malviven profundamente en un abierto "aquí y ahora".
Su escena está dominada por negros y chamuscados tablones de madera que un día conformaron los muros de un palacio y ahora ilustran la decadencia de un reino tirano, una familia disfuncional, un mundo neurótico en pleno hundimiento y "sin esperanza", para Bieito.
Con los años, apunta el director, el dramaturgo se volvió opaco y a partir de "Hamlet" sus obras dejan enigmas como el que aquí lleva a Cordelia a no dar a su padre la declaración pública de amor que desea a toda costa y cuya ausencia detona el drama.
"Es algo voluntario, su habilidad como escritor le permitía haber dado todo tipo de razones a Cordelia, pero no lo hace y tampoco le da la razón al padre para volverse loco tan de golpe. Como decía Dostoievski: 'Es imposible saber qué hay detrás de los ojos de una persona'".
Es dificilísimo saberlo y "me gusta que este sea un enigma". Toda esta especie de incomprensión y malentendido provoca la destrucción de la familia en la que las hermanas fueron también "personas oprimidas por el padre, de alguna manera".
"Siempre intento verlas así", confirma el director, acostumbrado a trabajar con Shakespeare y otros dramaturgos monumentales, en el teatro y en la ópera, para quien este es el segundo Lear en doce años.
Dos montajes que no tienen nada más en común, afirma, entre otras razones porque el primero era una obra de teatro y porque este, con dirección musical de Fabio Luisi, lo quiso "más seco".
La música que acompaña su trabajo, creada por el compositor berlinés a finales de los años 70 es para Bieito perfecto "reflejo de las atrocidades del siglo XX”.