De segunda y en oferta

Usted está aquí

De segunda y en oferta

Sólo hay algo peor que ser tratado como una mercancía y es ser una mercancía de segunda y en oferta.

Es muy natural y hasta cierto punto frecuente que, sin previo aviso, nos veamos embargados por un vacío existencial, aunado a la amarga certeza de que a nadie le importamos, de que estamos solos, de que nadie realmente nos quiere.

Debe saber que por marginado, rechazado o insignificante que se sienta, hay alguien que en todo momento está pensando en usted.

Spoiler: No es Jesús. No, Él por supuesto está viendo por la gente a la que sí le va bien, ya sabe usted, whitexicans y personas que salen en la portada del HOLA! (no como usted, que comparte la membresía del Costco con su mejor amiga).

No. Me refiero a los partidos políticos, lo que implica a todos nuestros funcionarios y gobernantes que trabajan para estos -o desde estos- con tal de garantizar la continuidad de sus respectivos planes de dominación.

En honor a la verdad, también debo precisar que no es que estén estrictamente interesados en usted. O sea, sí, pero no en usted como persona, ni en su bienestar o desarrollo humano ni patrimonial.

Nos gusta pensar desde nuestro optimismo que los partidos son meros productos o, mejor dicho, diferentes marcas de un mismo producto estercolero y que nosotros somos sus clientes que, en respuesta a sus estrategias de mercadeo escogemos a uno u otro.

¡Eso quisiéramos! ¡Brincos diésemos! Pero, si algo nos han enseñado los recientes documentales sobre redes sociales es que, en la guerra que los emporios libran por agenciarse nuestra atención, el producto somos nosotros.

Así es, por triste, degradante, deplorable y deprimente que le parezca, nosotros los ciudadanos somos la mercancía y alégrese porque al menos somos una mercancía codiciada… por temporadas.

Nos quieren, sí, como un adolescente a su consola de videojuegos; como una quinceañera a su celular; como un chamaco a sus Corn Pops.

Si le sirve de consuelo, se invierten grandes cantidades de dinero para ganar nuestra preferencia y para motivarnos a emitir un voto en favor de tal o cual opción.

Según estimaciones, la elección del primero de julio de 2018 o, como le conoció el PRI, el día que la Tierra se detuvo (AMLO lo recuerda como “el día que les faltaron manos”), costó 81.4 pesos por ciudadano empadronado.

Pero no se engañé. Es sólo un cálculo elaborado a partir de cifras oficiales. Sabemos que en realidad, desde lo oscurito y -como dijo Manzanero- por debajo de la mesa, los partidos se gastan muchísimo más.

En ese bastión tricolor que es el Estado de México, se calcula que un voto se cotiza entre 250 y cinco mil pesos. 

Espero que tras considerar estas cifras se sienta ya un poco mejor y su autoestima se levante del suelo.

Los partidos políticos a los que venimos aludiendo, hace tiempo perdieron el pudor y hoy no les queda nada de recato de cual desprenderse. Entramos en una franca era de porno-política en la que, al igual que en los videos más hardcore de su sitio XXX favorito, todos se dan contra todos y se apelmazan en un amasijo vagamente humano e informe en el que se vuelve imposible discernir a quién pertenece tal o cual extremidad.

Perdón por la porno-analogía. ¿A qué me refiero?

Sucede que izquierda y derecha dejaron de ser, al menos en política electoral, ideologías desde las cuales los partidos elaboraban sus plataformas y proyectos de nación.

Hoy en día son apenas meros rótulos para apelar a las preferencias o las emociones de ciertos públicos identificados con una u otra postura.

Sin ir más lejos, el ejemplo más a la mano es nuestro Gran Tlatoani Macuspano, quien durante 18 años y más quizás, se vendió como el candidato de todas las izquierdas y por ello cautivó a círculos intelectuales, artísticos y al pensamiento más progre del País.

Sin embargo, ya como Presidente, AMLOVE resultó de lo más conservador, mocho, beato y antiliberal. Muy amigo de Evo y lo que quiera, pero el primero para alinearse con la agenda del fallido golpista, Donald Trump.

En los próximos comicios ya se nos anuncia el crossover más decepcionante y guango desde Batman V. Superman: La alianza PRI-PAN.

Partidos que se suponía fueron antagónicos durante décadas -uno de derecha y el otro del mismísimo averno- no solo con ideologías opuestas sino con conflictos históricos irreconciliables, dándose ahora la mano porque -¡claro!- la prioridad hoy es rescatarnos de un Presidente cuyo crimen es ser tan malo e inepto como lo que ellos colocaron antes en la Presidencia: Ciego ante la corrupción, incapaz ante el crimen, rebasado por las circunstancias, etcétera.

¡Claro! ¡PRI y PAN sacrificándose por un bien superior! No es como que hayan quedado barridos luego de la elección presidencial y estén que se pelan por recuperar posiciones y privilegios. ¡Eso jamás!

Tendrá gracia ahora verlos del brazo y por la calle, juntos, solicitando nuestro voto de confianza. Dando ahora sí, toda suerte maromas retóricas para justificar su amasiato. 

¡Y en la otra esquina… la pinche 4T! 

¡Carajo! Sólo hay algo peor que ser tratado como una mercancía y es ser una mercancía de segunda y en oferta.