De máquinas de entierro a máquinas de exhumación

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De máquinas de entierro a máquinas de exhumación

Esta semana iniciaron los trabajos de exhumación en el panteón 2 de Torreón donde, según Yezka Garza, se esperan desenterrar 116 cuerpos que entre 2004 y enero de 2012 fueron enviados a fosas comunes porque nadie los reclamó.

Después se irá al panteón 1 de la misma ciudad donde se espera sacar, del fondo de la tierra, 250 cuerpos. Y enseguida pasarán al panteón La Paz de Saltillo. En total, dijo Garza a medios de comunicación, esperan este año obtener 500 muestras genéticas de cuerpos enviados a la fosa común que no fueron bien procesados en su momento.

Sí, son trabajos necesarios. Pero que no se olvide que son trabajos producto de un mal trabajo, aunque los funcionarios quieran darle la vuelta y olvidarse de las omisiones que durante años tuvieron.

En la época de violencia en la entidad, más de 700 cuerpos no identificados o reclamados fueron enviados a la fosa, según declaró el fiscal para Personas Desaparecidas en Coahuila, José Ángel Herrera, en el marco de los trabajos en Torreón. Pero según una respuesta de la Fiscalía a una solicitud de información (folio 00558120), fueron enviados 889 cuerpos no identificados a fosas comunes desde 2006.

Los malos trabajos y las omisiones provocan un doble trabajo. Si se hubiera hecho una buena integración de los expedientes, esos cuerpos enviados a la fosa habrían tenido desde antes un perfil genético, pero como no se extrajo en su momento, hay que desenterrar los restos.

Tan malos trabajos se hicieron que, según Yezka Garza, son 116 cuerpos los que exhumarán, pero según la dirección de panteones de Torreón, en información que entregó vía transparencia (folio 00558320), hay en el cementerio 172 cuerpos inhumados que no fueron identificados. La realidad es que no hay certeza de cuántos hay, pues las mismas autoridades reconocen que podrán encontrar esos más o menos.

No hubo registros correctos. No hubo coordinación entre los servicios forenses y los panteones. Todo se dejó a la memoria del panteonero, quien dicho sea de paso, tenía que trabajar con el miedo a que llegaran pistoleros y abrieran fuego en el cementerio.

Coahuila, como muchas otras entidades del País, se convirtió en una máquina de enterrar cadáveres. Del Semefo a la fosa fueron enviados miles de cuerpos sin un debido proceso.

Y ahí están las consecuencias. Casos como el de la señora Marcela Balderas, que buscó a su hijo Cosme Humberto, desaparecido el 5 de mayo de 2011, y que fue enviado a la fosa común. Cuando la madre logró identificarlo en una averiguación por homicidio, años después de buscarlo, las autoridades desconocían –desconocen– dónde lo enterraron. Por eso hay que desenterrar cadáveres. De máquinas de entierro, a máquinas de exhumación. “No se sabe dónde está. La falta de información por parte de los panteones ha impedido tener una ubicación exacta de la fosa y por eso no se ha recuperado el cuerpo”, reconoció y justificó el fiscal de Personas Desaparecidas en Coahuila, José Ángel Herrera.

Pero no sólo es el caso de Marcela. Según Herrera, hay otros 12 casos en Coahuila (10 en Saltillo) donde ya se identificó y hay que desenterrar para cotejar perfiles genéticos.

AL TIRO

La tragedia de los desaparecidos parece interminable. El fiscal José Ángel Herrera dijo que hay en Coahuila 2 mil 279 personas desaparecidas en el estado. Pero los primeros cinco días de trabajo llegaron al panteón 96 familias para tomarse muestras referenciales de ADN, muchos de con casos en los que no hay una denuncia. Es decir, hay una cifra negra.

Los trabajos de exhumación no sólo tratarán de dar una identificación a cientos de cadáveres y posiblemente una certeza a las familias de desaparecidos que tienen años en la búsqueda. Los trabajos de exhumación también revelarán las malas prácticas forenses del estado en los últimos años, particularmente en la época de más violencia.

El tema de los desaparecidos es una deuda pendiente del estado mexicano. Y cada día que pasa sin dar tranquilidad a esas familias, la deuda crece. Es tiempo de que el Estado salde esa deuda y hacer todo lo que esté en su poder para devolver a esos seres queridos que fueron arrebatados, para regresarles un poco el sueño a las familias. Es momento de saber qué fue de esas 2 mil 279 personas desaparecidas.