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De luto por don Cesáreo Teroba
Hombre recio, pertinente y justo en su actuar, don Cesáreo Teroba Lara, Cronista de la Ciudad de Tlaxcala, dejó de existir el sábado 9 de enero en la privacidad de su casa, cuyo jardín tanto cuidó y quiso. La primera persona que me comunicó de su deceso fue don Mario Bojalil Bojalil, presidente del Consejo de Cronistas Municipales del Estado de Tlaxcala. Fue una noticia demoledora para mí, apenas tres días antes me había escrito don Cesáreo: “Dr. Gómez, confidencialmente entro en receso por causa de la COVID-19. Espero pronto restablecimiento. Cordiales saludos. ¡Cuídense!”. Le contesté que él era muy fuerte físicamente y que saldría adelante.
Don Cesáreo comprendía el valor de la fraternidad y lo promovía. Sabía sonreír ante las cosas simples y no admitía mofas o comentarios degradantes para nadie. Fue un hombre verdaderamente respetuoso.
De 1995 a 1998 fue presidente del municipio de Tlaxcala, Tlaxcala, y desde el 2011 fue cronista oficial de la ciudad de Tlaxcala. Integrante del Consejo de Cronistas Municipales de Tlaxcala que lo nombró su secretario el 23 de octubre del 2020 en el auditorio del Centro Cultural “La Libertad”. Miembro fundador de la Asociación de Cronistas de las Nuevas Tlaxcalas y socio desde agosto de 2019 de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas fungiendo como enlace en el estado de Tlaxcala.
Escribió en 1967 el libro “Xicohténcatl Axayacatzin” reeditado en el 2018. A finales del 2019 articuló el contenido y cuidó la edición del libro “Guadalupe y Tlaxcala, Ciudades Hermanas” que se presentó el 4 de octubre de ese año en la capital del Estado con la presencia de autoridades municipales y el Cabildo de la Ciudad Guadalupe, Nuevo León –lugar de origen tlaxcalteca–, en la ceremonia de hermanamiento de estas ciudades.
Conocí a don Cesáreo en 1996 en Monterrey, ciudad que estaba cumpliendo 400 años de fundada, me lo presentó don Desiderio H. Xochitiotzin, muralista y cronista de Tlaxcala, ese año también conocí al licenciado José Antonio Álvarez Lima, gobernador tlaxcalteca, quien creó el Fideicomiso Colegio de Historia de Tlaxcala al que me invitó a participar.
Cuando hice gestiones por parte del extinto Consejo Cultural de Nuevo León, organismo privado que entonces presidía, para la visita del gobernador Álvarez Lima a Bustamante, Nuevo León, el ejecutivo del estado de Tlaxcala dio instrucciones a don Cesáreo de acompañar a doña Verónica Rascón de Álvarez Lima a quien nombró su representante. La visita ocurrió el 6 de agosto de 1997 en el marco de las XIII Jornadas sobre la identidad de la Cultura Norestense a las que se les tituló como “La Tlaxcaltequidad”. Doña Verónica y don Cesáreo acudieron con una gran delegación de artistas tlaxcaltecas y, por supuesto, con el maestro Xochitiotzin, a quien yo conocía desde 1983.
Don Cesáreo llevó como regalo, en su calidad de presidente municipal, una escultura de Xicohténcatl y un autoretrato de don Desiderio H. Xochitiotzin. A partir de allí surgió una amistad verdadera entre nosotros. Seguí conviviendo con él en múltiples ocasiones en Tlaxcala, en Sinaloa, en Coahuila, en Puebla, en la Ciudad de México, y desde luego en Nuevo León, siempre fuimos aliados para la resignificación de la tlaxcaltequidad.
Nació en cuna campesina el 27 de agosto de 1938 en Acuitlapilco, Tlaxcala, y hasta su muerte siguió labrando la sencilla propiedad heredada por sus mayores. Lo recordaré como un hombre de ideas vanguardistas con un gran amor por su tierra, como un ser humano congruente: un tiachca irremplazable. Sus conferencias en las ciudades de Saltillo y Monterrey son ahora documentos de consulta. La crónica mexicana está de luto por don Cesáreo Teroba Lara.