De los cabritos pocos se acuerdan, ‘ya no saben ni cómo se come esta carne’

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De los cabritos pocos se acuerdan, ‘ya no saben ni cómo se come esta carne’

Caída. La venta de cabritos se desploma, asegura comerciante que lo que tradicionalmente se hacía ya no interesa. HÉCTOR GARCÍA
Nuevos hábitos de convivencia, incluso otra relación con el medio ambiente y la naturaleza, empujan a un puñado de tradiciones al olvido

Don José Lucio Medrano, un septuagenario que se dedica a la venta de cabritos, asegura que este año apenas venderá 30 por las fiestas de Navidad y Año Nuevo. En años anteriores dice que vendía hasta 70 animales. Asegura que comer cabrito en birria o a las brasas es una tradición de gente mayor, gente vieja que ya murió o que ya no puede valerse por sí misma, además de que no le inculcó a sus hijos y nietos a comerlo.

“Hace rato pasaron unos pelados ya grandes y dicen: ‘mira chivitos, ¿para que serán?’ Ya no saben de estas cosas, ni saben cómo se come esta carne”, dice don José, quien llega hasta el estacionamiento de una tienda de autoservicio al sur de la ciudad para vender sus cabritos frescos o vivos y permanece ahí hasta que el sol se mete, porque las ventas este año ya no son buenas.

El comerciante asegura que apenas les alcanza para llenar el tanque de la camioneta en la que trasladan los cabritos y apenas le alcanza para llenar el tanque de la camioneta en la que trasladó los cabritos y darles un sueldo modesto a sus hijos, quienes le ayudan a matar y limpiar los cabritos para la venta.

Olvidado. Los que comen cabrito, dice José Lucio, son gente vieja. HÉCTOR GARCÍA

TAMBIÉN LAS PIÑATAS SE VAN OLVIDANDO

Quebrar piñatas tampoco está dentro de las tradiciones que celebrarán actualmente los saltillenses. Baltazar García asegura que la pérdida de costumbres y tradiciones que antes festejaban los saltillenses, se refleja en la disminución de gente que adquiere piñatas para llenar de colaciones y romperlas el día primero con sus familias.

“A mí me llena de emoción que los niños vengan con sus papás a comprar sus piñatas y ahorita la venta está muy bien; a comparación con otro años sí ha bajado”, apuntó.

Ambos comerciantes coinciden en que tradiciones de las que dependen sus negocios se han ido perdiendo año tras año, ya que las familias crecieron o migraron a otras ciudades y las nuevas generaciones no preservan los usos de sus abuelos.