De fútbol y gobierno

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De fútbol y gobierno

Juan Villoro tiene una crónica sobre fútbol que se llama “El aprendizaje del vértigo.” Al inicio dice: “Los superclásicos son la Navidad del fútbol. El anhelo casi siempre supera al resultado."   Los mexicanos también anhelan un buen resultado al elegir a un nuevo gobernante. Ponen toda su esperanza en un gobernante, en un jugador, en un partido ya sea político o de fútbol.  Después viene la decepción y frustración: El gobierno no le resuelve sus problemas ni le da el dinero que espera. De la misma manera, la alegría o tristeza del fanático de un equipo depende de su resultado en un partido. Mas adelante dice Juan Villoro: Acostumbrados a la adversidad, los mexicanos consideramos que el marcador es una sugerencia que podemos ignorar. México 0 -   Chile 7.  Tipo de cambio: llega a casi 20 pesos por un dólar. La tasa de interés a la alza. El marcador de la selección nacional es un reflejo de la política económica y social del país. Los empresarios descontentos por que no se aprueba la ley 3 de 3. Por otra parte el petróleo pierde fuerza como base de nuestra economía.  Pido en la gasolinera de la “roja” o Magna y el despachador me dice que hay desabasto. Hay quien dice que es la antesala para recibir a la petrolera Exxon.  Tampoco ayuda nada la presión inflacionaria: Pocos quieren o ingresar dinero en su cuenta bancaria por temor a la represión de Hacienda, que se convierte en un dolor de cabeza para los mexicano que cada vez tienen que hacer más trabajo y gastar más dinero para tan solo estar al corriente en sus impuesto. El dinero en efectivo se convierte en la papa caliente. Tanto dinero en circulación provoca que los precios suban: el dinero es una mercancía con exceso de oferta en la calle y su precio es la tasa de interés.  La actitud de nuestra cultura es determinista y fatalista, creemos que  no podemos hacer nada para cambiar la situación, estamos condenados por el destino y sólo las fuerzas del gobernante pueden mover su mundo. La fe en la selección nacional está perdida y el triunfo solo lo imaginamos. Pasa lo mismo con el gobierno, el ciudadano le pierde fe y empieza a mostrar un descontento. La derrota del PRI en varios estados no es gratuita, es un síntoma del descontento. Según Juan Villoro,  “El cronista del estadio Azteca narra jugadas que necesitan adjetivos para valer la pena.” Lo mismo sucede con las acciones del gobierno: requieren de locutores que les pongan adjetivos para que valga la pena, tales como: “El tipo de cambio no nos afecta.” Los árbitros injustos son el equivalente a los jueces corruptos de nuestro sistema de justicia. El público ciudadano descarga su ira con el árbitro-gobierno con insultos que repudian sus decisiones. Un juego de fútbol en un estadio es un microcosmos de una ciudad o estado.  Hay violencia, esperanza, gritos de alegría, llanto, decepción, frustración, injusticias, la gloria y el infierno en un solo lugar lleno de diferentes personas. El país está en un incendio, hay un caos social, educativo y económico que, hasta algunos priístas, le adjudican al Presidente. La moraleja es que no debemos apostar todo nuestro futuro, felicidad ni actitud en el resultado de un partido, Presidente, Capitán de equipo, jugadores ni gabinete de gobierno. Nuestro trabajo, responsabilidad ciudadana y actitud, son los que pueden sacar adelante a nuestra persona, familia y por tanto al país.