De fideicomisos y otros demonios

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De fideicomisos y otros demonios

Las universidades autónomas y los centros públicos de investigación son la mayor fuente de investigaciones independientes del País, que no están sujetas a la agenda gubernamental en turno, porque para que la ciencia contribuya a la construcción de la sociedad, la misma no debe estar al servicio de la política. 

Por años la autonomía universitaria ha servido para evitar la captura de las agendas de investigación en las universidades nacionales y estatales, y si bien los centros de investigación no tienen autonomía, los fideicomisos con los que financiaban sus operaciones impedía que las presiones del Gobierno determinasen sus productos académicos.  

Hoy la desaparición de los fideicomisos amenaza dicha situación, sobre todo a los centros públicos de investigación que no tienen una vocación de ciencias exactas, sino que se concentran en las ciencias sociales y humanidades como el CIDE, Colegio de México, Flacso, Instituto Mora, CIESAS, Colegio de la Frontera Norte o Colegio de Michoacán, que a lo largo de los años han publicado investigaciones que muestran la corrupción, que demuestran que determinados programas o políticas públicas no están dando resultados o bien que visibilizan problemas sociales de gran calado como la pobreza, la desigualdad, las violaciones a los derechos humanos, la violencia de género, la inseguridad, la precariedad laboral o la discriminación. 

Al desaparecer los fideicomisos y centralizar el presupuesto en la Secretaría de Hacienda, los centros públicos de investigación van a estar a expensas del chantaje del gobierno en turno, que podrá de forma discrecional recortar los fondos para proyectos o incluso para centros completos que no se ajusten a las directrices de la administración federal, cercenando así uno de los brazos del sistema de generación del conocimiento. 

Se ha dicho que los fideicomisos han sido fuente de corrupción, sin embargo, hasta el momento ningún centro público de investigación se ha visto envuelto en un gran escándalo. Sin duda en cada centro podemos encontrar pequeños desvíos, pero se trata de una situación equivalente a la que sucede en todo ente público, lo importante es que el diseño de los fideicomisos no se ha traducido en un aumento de la corrupción, de hecho, sería más acertado pensar en lo contrario, en que la administración de los fideicomisos ha vuelto más eficiente el ejercicio del gasto en los centros públicos.  

También es irreal pensar que la administración centralizada de los recursos de los fideicomisos no se va a traducir en reducciones en el presupuesto de las instituciones otrora beneficiarias, ya que al administrar los mismos, sobre todo en un contexto de contracción de los ingresos públicos como el que se vive por la pandemia, deja abierta la puerta a recortes para usar esos recursos para otros fines, sin que las instituciones tengan medios de defensa. 

Entiendo el cálculo político del Presidente, él tendrá al desaparecer los fideicomisos más dinero para operar los programas que le interesan, pero el costo de la medida es muy alto, porque va a dañar a la comunidad científica mexicana de manera irreversible, propiciar la fuga de cerebros, la interrupción de proyectos de investigación muy importantes y se corre el riesgo de dar estocadas de muerte a varios centros púbicos de investigación que eran referencia en varios campos de conocimiento. 

@victorsanval
Víctor Manuel Sánchez Valdés

REINVENTANDO A MAQUIAVELO