Daniel y Roberto

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Daniel y Roberto

- “Wey tu mete el Bacardi, en tu maleta”-Daniel

- “No chingues Daniel, tu eres el que tiene 17”-Roberto

- “Si wey, pero yo no tengo maleta, si se enteran mis jefes me van a poder

castigar”-Daniel

- “Estás pendejo, yo lo meto al cuarto y tú vas por cocas y aguas”- Roberto

- “Ya estás wey, si preguntan a donde fuimos tú les dices que a comprar papitas”-Daniel

Daniel y Roberto eran conocidos, el primero de 17 años de edad y el segundo de 14. Estaban en el rancho de Daniel en General Escobedo Nuevo León. Tenían planeado tomarse una botella Bacardi en la noche, cuando sus padres ( quienes también eran amigos) se durmieran. Para ellos era normal, aunque aún fueran menores de edad. Ellos se conocían pero esta convivencia era principalmente por sus padres, quienes los trataban de juntar.

No es que no se agradaran, simplemente había una brecha de edad que aún no asimilaban, que cuando uno se hace adulto, la edad en las amistades se convierte en solo un número. Llegada la noche, Daniel y Roberto empezaron a beber y platicar. Trataron de impresionarse uno al otro: Hablaron de política y del gobierno, creyendo saber lo que en verdad era el poder. Hablaron de negocios y dinero, sin haber ganado jamás 1 peso. Hablaron de otras personas, aun y cuando en verdad no les agradaban en lo más mínimo. Hablaron de otros deportes y hobbies, sin tener un interés en verdad por ellos. Hablaron de la vida, como si ellos supieran lo que era sufrir.

Y es que en verdad, cuando uno está conociendo a otra persona trata de aparentar algo que no es, o que pretende que los demás vean como algo real en él

Daniel y Roberto no se conocían, era cierto, pero se empezaron a conocer. Las cubas de Bacardi con coca sin gas los hicieron amigos. Crecerían, cada cual, por su propio camino, pero la amistad seguiría creciendo. Se frecuentarían más veces. Poco a poco se juntarían más, se dieron cuenta que tenían más en común de lo que pensaban. Todo lo que hablaron pareciera que fuera algo de ficción con lo que en verdad los unía.

Fueron creciendo y el diálogo fue cambiando. Ya hablaban de política, pero tratando de

mantener una postura objetiva. Fueron aprendiendo el valor del dinero, ya reduciendo los

millones que decían con anterioridad, a miles de pesos. Decidieron hablar de las personas que apreciaban y no de las que no estimaban. Empezaron a hablar de cosas que en verdad les gustaban y no de las que a la sociedad pretendía que les gustaran. Entendieron que la vida no era nada fácil, y que en verdad era una buena idea tener un amigo que los apoyara en las buenas y en las malas.

Aunque en un futuro Roberto dejaría el consumo de alcohol a causa de un problema personal, no significaba que esa era el único factor de unión que tenía con Daniel. Siguieron siendo amigos, buenos amigos. Porque al final, si bien es cierto que el vino los hizo amigos, lo que perduró en la amistad fue el trato posterior.

La amistad no radica en las cosas materiales que unen a las personas, son las acciones que se realizan entre ellas. No es un vínculo creado por elementos ajenos a la propia persona, , sino que es la apreciación auténtica que llega a desarrollarse entre una persona y otra, a través del tiempo.