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No podemos dar la espalda a la verdad de lo que somos como individuos, como comunidad y como País. En México, las grandes decisiones para la reconversión de los pueblos pasan por la decisión de políticos que ocupan altas posiciones en la burocracia, decisión que en ocasiones no considera la gobernanza de dichos pueblos.
Es notorio y público que hay compromisos personales entre los políticos de todos los niveles y ascendencia partidista. Ellos y ellas comparten información confidencial que manejan en secreto para intercambiar favores.
Cuánto me apena saber que tenía razón sobre lo que pensaba en torno a la influencia de veto o aprobación que tienen los gobernantes de entidades federativas para lograr que algunos de sus municipios reciban el nombramiento de Pueblo Mágico. Ahora este juego de poder lo vislumbro con mayor claridad.
Por ejemplo, la gestión política de las autoridades gubernamentales de Coahuila logró que Candela, una localidad sin equipamiento turístico (hoteles, museos, centros de salud) y sin turismo, recibiera el distintivo de Pueblo Mágico.
Guerrero fue otra localidad coahuilense favorecida por los buenos oficios del cabildeo, aunque con mejores atributos que Candela. Sin embargo, General Cepeda localidad que posee la singularidad de su impactante geología y paleontología no fue considerada para el nombramiento.
El distintivo también lo obtuvo la ciudad de Linares, Nuevo León gracias al evidente apoyo del Gobierno Estatal que encabezó Rodrigo Medina, político controvertido cuyo magro desempeño hizo que la ciudadanía local, agraviada por la corrupción imperante en su sexenio votara por una alternativa distinta a los usuales partidos políticos.
Durante el gobierno de Medina se invirtieron en Linares 400 millones de pesos, los últimos cuarenta de éstos invertidos recientemente en infraestructura turística. Por lo anterior impusieron a este ex gobernador casi al terminar su mandato la medalla “Sebastián Villegas Cumplido”, máxima presea que otorga el gobierno linarense a sus próceres.
Linares es una señera ciudad –no un pueblo-, que hoy día está encaminándose a las actividades industriales. Tiene importancia histórica pues fue sede del primer Obispado en tiempos virreinales y sede del Gobierno Estatal, son famosas sus “glorias” y tiene tradiciones dancísticas y musicales propias. Escribí el libro “A tambora batiente” inspirado en su música de tambora y clarinete.
Pero Linares no contiene las características de pueblo aunque se le recreara alguno en el polígono de su centro histórico. Un Pueblo Mágico no tiene que ver con fachadas, sino con cultura viva en un contexto de territorio y población en el que hay una fuerte identidad compartida y vigente. Tengo amigos linarenses y en trienio en el que fungió como Secretario de Ayuntamiento mi amigo el licenciado Armando Leal Ríos, respetable Cronista de Linares, fui honrado con el nombramiento deciudadano distinguido,por el Cabildo de entonces. De mi parte no hay nada en contra de Linares pero debo señalar que es atípico que haya turistas que planeen vacacionar en esta ciudad. Sin embargo, deseo que siga creciendo.
Lo cierto es que Linares cuenta con un empresariado potente que le permite maniobrar en el campo financiero y recibir apoyos para estudios de diagnóstico y garantizar fondos federales para proyectos turísticos. Eso es bueno porque le permitirá a la ciudad tener atractivos para que haya afluencia turística.
Por otro lado, Rodrigo Medina no visitó Bustamante ni otros municipios de la ruralidad nuevoleonesa durante su campaña de proselitismo para obtener la gubernatura, fue mucho después que lo conoció y en ese momento hizo declaraciones a la prensa en torno a que merecía el nombramiento de Pueblo Mágico. Sin embargo, no apoyó financieramente a este pueblo y ni siquiera cumplió el compromiso de dotarlo de una ambulancia, promesa en público que le hizo a la primera dama de la localidad ante la urgencia de tener un vehículo de este tipo por la gran cantidad de turistas que recibe Bustamante particularmente en Semana Santa y durante las centenarias Fiestas de Agosto.
Sí, desde que se organizó en el Parque Fundidora de Monterrey un evento para que la autoridad federal comunicara que ya era tiempo de que Nuevo León tuviera otro Pueblo Mágico teniendo como auditorio humano a alcaldes, restauranteros, hoteleros y sociedad civil nuevoleonesa, se privilegió como opción a Linares cuyos representantes presentaron sus atractivos turísticos entre ellos un Parque Industrial lo que causó hilaridad en algunos de los asistentes.
En aquel momento hubo comentarios de invitados para hacer patente que no correspondía a Linares tal distinción por ser una ciudad y porque había otras localidades en Nuevo León con verdaderos atributos turísticos… ¡pero los dados ya estaban cargados!
Los promotores linarenses cambiaron su estrategia incorporando a un verdadero pueblo pintoresco y con tradiciones vivas que por cierto se encuentra territorialmente contenido por Linares, creando la fórmula Circuito Linares-Hualahuises que fue por cierto la que en el Congreso del Estado se aprobó para que junto a Bustamante Nuevo León se presentaran como las dos localidades propuestas para obtener el distintivo de Pueblo Mágico.
Unas semanas antes del 25 de septiembre próximo pasado en que se dieron a conocer los nombramientos de los nuevos Pueblos Mágicos, me enteré que quienes impulsaban la candidatura de Linares enviaron a los responsables del programa en la Sectur un comunicado para informarles que estaban dispuestos a no recibir los beneficios económicos que implica el distintivo: que solo les interesaba el nombramiento. Otra estrategia política.
Ahora que Linares obtuvo el nombramiento en ningún momento se mencionó a Hualahuises, -un pueblo de verdad- a pesar de que los lugareños y las autoridades locales desplegaron un esfuerzo especial por ser parte del circuito que inicialmente apoyaron los legisladores de Nuevo León.
Las evidencias me hacen pensar que el manejo de la decisión de algunos nombramientos de Pueblo Mágico tiene carácter político y por lo visto es asunto de tocar las puertas correctas o de contar con contactos claves de funcionarios cercanos a secretarios de gabinete. Es una lástima que en el proceso no se piense en el desarrollo de las regiones y sí en resolver compromisos en la frecuencia de lo político algo que debe conocer el Presidente Enrique Peña Nieto, a quien envié una solicitud de aclaración sobre los hechos ocurridos.
Debo decir que entre los28 nuevos Pueblos Mágicos hay localidades que visiblemente merecen el nombramiento tales como Casas Grandes, Chihuahua o Palenque, Chiapas. Pero hay localidades que definitivamente a juicio de expertos, no lo merecen.
A Enrique De la Madrid, titular de la Secretaría de Turismo y a su equipo les debería importar la singularidad de lo genuino y aquellos sitios que han sido turísticos desde hace decenios y no considerar el ángulo político en la decisión de los nombramientos porque está en juego la credibilidad de un programa que desde el 2001 ha tenido aciertos destacables.
Si se ponderan datos duros como el número de visitantes por semana y por año que se reciben, la construcción de capacidades de la comunidad receptora y se pone además en valor lo singular de las localidades, se debe admitir que las diferencias entre las localidades que realmente cuentan con expresiones vivas de cultura popular y las que tienen que recrearlas cual montaje escenográfico, son muchas.
No se debe malbaratar el Programa de Pueblos Mágicos. Esperamos que pronto se vuelvan a evaluar, pero con rectitud, localidades con las características prototipo para que se incorporen al programa y que aquellas que no cuenten con genuinidad sean desincorporadas. Los turistas que buscamos sitios con expresiones de desarrollo sustentable no deseamos visitar recreaciones de pueblos que parezcan mágicos.
Por lo pronto es importante que la autoridad federal explique qué criterios se utilizaron para elegir las localidades favorecidas con el nombramiento de Pueblo Mágico porque la certidumbre de este programa está en riesgo a los ojos de representantes de la prensa especializada, de empresarios del turismo y hasta de servidores públicos del ramo.
Habría que reflexionar si el Programa Pueblos Mágicos cumple a cabalidad la promoción de la esencia que debe permear de manera genuina en las localidades que elige; si hay que crear el distintivo Ciudad Mágica o si hay que pensar en el establecimiento de un distintivo para pueblos singulares y sustentables.
Bustamante, Nuevo León, no requiere de una denominación que formalice su magia porque la ha tenido desde siempre. Pero es un pueblo que no ha sido apoyado como se debiera ni estatal ni federalmente por lo que hubiera sido importante para sus habitantes y para los cientos de miles de personas que lo visitan, la financiación bipartita que implica el multicitado nombramiento. Pese a todo, la magia de Bustamante existe.
*Presidente del Comité Pro-Pueblo Mágico de Bustamante Nuevo León. Cronista Oficial de Bustamante N.L. desde 1993. Maestro en Desarrollo Sustentable. Doctor en Desarrollo Humano Sustentable. Promotor de desarrollo de comunidades emergentes.