El mulato Juan de la Riva y la adinerada Beatriz de las Ruelas: Una historia de amor en el Saltillo colonial
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El mulato Juan de la Riva y la adinerada Beatriz de las Ruelas: Una historia de amor en el Saltillo colonial
El día de hoy resaltará en la ciudad el rojo cliché, que cubre a la flecha de cupido, que además de atravesar los corazones, dejará a su paso una derrama económica en la ciudad de por lo menos 29 millones de pesos provenientes de las manos de las “víctimas” del amor.
El 14 de Febrero es el día perfecto para que los tórtolos salgan de paseo y por las calles abunden globos en forma de corazón, ramos de flores y hasta botargas. Pero ¿cuántas historias de amor guarda el Centro Histórico de Saltillo?
El número puede ser inimaginable, pero en el centro de Saltillo siempre hay historias peculiares qué rescatar, como la del amorío entre el mulato Juan de la Riva y la española pura, la mujer más rica de Saltillo durante la época Colonial: Beatriz de las Ruelas. Una historia contada por el historiador Carlos Manuel Valdés Dávila, que atraviesa las empedradas calles del Centro Histórico.
Beatriz de las Ruelas y Juan de la Riva fueron encontrados durante una noche de 1667 en la Villa de Santiago por el Alcalde de la época, sosteniendo relaciones sexuales, actividad que había sido denunciada 3 meses antes por los colonos de la villa. Durante el hallazgo, Juan de la Riva resultó aprehendido por las autoridades sin ningún derecho a la palabra, y a su defensa; una historia de racismo se avecinaba.
Saltillo era entonces un pueblo de poco más de 4 mil 500 personas con diferencias sociales bien trazadas, y por supuesto, con un carácter conservador bien forjado tanto en San Esteban de la Nueva Tlaxcala, como en la Villa de Santiago. ¿Qué pretendía un mulato de clase baja, con una española pura?
Luego de una plática que sostuvo el mulato con Lorenzo Hieréna, párroco del pueblo, mientras se encontraba internado en la comisaría del pueblo, se formaron complicidades.
Pronto, Juan encontró la respuesta en uno de sus amigos, y le otorgó sus derechos para fungir como su prestanombres para que así pudiera casarse con Beatríz ante la Iglesia.
Luego de la unión, el amigo devolvió el nombre a Juan de la Riva, y mediante un documento en que se anunciaban las nupcias, se ordenó al Alcalde de Saltillo poner en libertad al mulato gracias al mandamiento de la Santa Madre Iglesia que los obligaba a vivir juntos, salvando a Juan de ser condenado a recibir 200 azotes, y obtener el digno amor de la pareja.
Su final es un cabo suelto, aunque las investigaciones señalan que pudieron tener hijos y que sus predecesores podrían pertenecer a la familia Sanchez-Navarro.
Esta historia fue publicada luego de un arduo trabajo de un año, y fue encontrada después de una revisión de más de mil documentos judiciales que revisó el historiador Carlos Manuel Valdés. Además, fue publicada en 1995 primero al idioma francés, y fue hasta 2002 cuando se dio a conocer su versión en español, en Saltillo.