Cumplir los compromisos
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Cumplir los compromisos
“Si gano, les prometo que les traeré a todos un traitor. ¿Y para qué queremos un traitor si no sabemos manejar? Entonces, si votan por mí, les traigo también un manijador”. Con esta anécdota, don Héctor solía describir a los malos políticos para los cuales prometer no empobrece. Estoy seguro que esto nunca lo vivió y, sin embargo, la platicaba como si hubiera estado ahí. Su intención era enseñarnos el valor de la palabra empeñada.
Generar compromisos se encuentra en la esencia de la política; también debería encontrase el cumplirlos, pero no siempre es así. Durante su campaña, el hoy gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, hizo sencillos planteamientos con los que convenció al electorado del vecino Estado. “Meter” a la cárcel a su antecesor, combatir la corrupción, ofrecer transporte gratuito a los estudiantes, y eliminar en su totalidad la tenencia vehicular fueron algunas de las propuestas que sostuvieron la oferta política de “El Bronco”. Una agresiva campaña de posicionamiento en redes sociales convirtió al exalcalde de García en un fenómeno electoral que lo llevaría a ser el primer candidato “independiente” en alzarse con el triunfo en una contienda por la gubernatura de un Estado. Escribo la palabra independiente entre comillas, pero a ese tema me referiré en otra ocasión.
Los medios de comunicación dan cuenta casi a diario de los descalabros del neoleonés. Uno de ellos, tal vez el más sonado, es sin duda el incumplimiento de la promesa de eliminación de la tenencia. “La raza paga, la raza manda” fue su grito de guerra y slogan principal. Hoy en Nuevo León se afirma: “la raza paga, pero no manda”. Así las cosas, Jaime Rodríguez ha sido objeto de toda suerte de críticas al incumplir uno de sus principales compromisos. Pero en el industrioso Estado no sólo no se eliminó ese gravamen vehicular como fue prometido, además el paquete fiscal para el próximo año contempla impuestos a los cigarrillos, a las bebidas alcohólicas y a las empresas que generen humo; incluso se considera uno por la compraventa de mascotas. “Así de juerte, amá”, diría la simpática Fernanda del Bosque. Seguramente, el inclemente viento que hizo volar el paraguas de la joven, y le arrancó la exclamación que antes escribí, fue el mismo que se llevó al infinito y más pa’ allá las promesas del gobernador Rodríguez.
Acá en Coahuila otro gallo nos cantó. Siendo candidato, Rubén Moreira se comprometió a eliminar la tenencia en forma gradual. Antes se dio a la tarea de medir el impacto de la supresión total del impuesto. Habiendo hecho un estudio previo, determinó que el Gobierno podría asumir el costo que representaba el dejar de percibir los recursos generados por el referido gravamen, siempre y cuando la medida fuera progresiva. Desde el 2012 se inició la eliminación escalonada de la tenencia, siendo los primeros beneficiados los propietarios de los vehículos de menor costo. En el 2016, alrededor de 630 mil vehículos, que representan 84 por ciento del padrón vehicular de Coahuila, ya no pagaron este impuesto. Apenas hace unos días, el titular del Ejecutivo promulgó la Ley de Ingresos para el 2017, en la que ya no se considera esa contribución, cumpliendo así con la palabra empeñada. Pero no sólo eso, en el paquete fiscal coahuilense –que no contempla nuevos impuestos– se suprimieron otros 27 conceptos de cobro, adicionales al antes referido.
Aquí en confianza, tratando de analizar las características de los gobernantes, que los llevan a cumplir o no un compromiso, me hice una simple pregunta: ¿por qué razón en Coahuila sí se pudo eliminar la tenencia? Llegar a la respuesta fue sencillo: porque acá el planteamiento se hizo con responsabilidad y sensatez. Pese al mal augurio de algunos que afirmaron que la promesa sería rota (como sucedió ya en otras latitudes), el Mandatario Estatal cumplió y, a partir del siguiente año, ningún coahuilense deberá pagar este impuesto.
Escribió Carlos F. Ayala: “Nada niega tanto el valor de nuestras convicciones, como la necesidad de desembarazarnos de un compromiso. Nos impulsa a querer burlar incluso a los que creemos más sabios e inteligentes que nosotros mismos”. Nos leemos el siguiente año. Feliz 2017 (sin tenencia).