Cumplen saltillenses con su visita a la Guadalupana

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Cumplen saltillenses con su visita a la Guadalupana

El camino para llegar hasta la iglesia es largo, pero la infinidad de mercancía que los más de 200 puestos ofrecen a los miles de feligreses que llegan para adorar a la virgen, hacen el recorrido más atractivo.

Saltillo, Coahuila. Desde cinco cuadras antes de llegar al Santuario de Guadalupe las calles estaban cerradas, la multitud caminaba despacio para dar gracias a la madre de Dios. Era 12 de diciembre, día en que los mexicanos festejamos a la Virgen de Guadalupe.

El camino para llegar hasta la iglesia es largo, pero la infinidad de mercancía que los más de 200 puestos ofrecen a los miles de feligreses que llegan para adorar a la virgen, hacen el recorrido más atractivo.

Todavía estoy en el área de las ollas de barro, los adornos del mismo material, los gorros de navidad y la ropa, y ya se empieza a percibir el olor a comida, a lo lejos se escuchan villancicos.
Los puestos de comida están frente a mí, los olores se mezclan: sopes, enchiladas, chiles rellenos, chicharrones. Cada comerciante haciendo su lucha para que las ventas sean igual y, si bien les va, un poco más elevadas que el año pasado.

Al acercarme más al Santuario, es más difícil avanzar, hay un mayor número de gente que camina despacio, deteniéndose en cada puesto para decidir qué comprar.

Por fin llego a la entrada del templo. Ahí el acceso es todavía más complicado. Como todos los años, los vendedores de flores ofrecen a quien pasa frente a ellos la tradicional rosa que muchos dejan en el altar de la iglesia.

En la explanada también hay vendedores de cuadros, imágenes de la Virgen, llaveros, entre otras cosas. 

Adentro del Santuario de Guadalupe, pareciera que no hay espacio para una persona más, ese día no fue lo suficientemente grande para albergar a todos los devotos que acudieron para darle gracias a la Virgen por darles salud, pedirle un milagro o rogarle que haya seguridad en sus hogares.
Y es que durante el novenario, aunque había gente, la afluencia no era tanta como el día de la fiesta mayor, en que las misas comenzaron desde las 6:00 horas, para concluir hasta las 20:00 horas, con la misa oficiada por el obispo Raúl Vera López.

“En 40 años que tenemos aquí nos damos cuenta que como buenos mexicanos, siempre llegamos a algún lugar o hacemos algo hasta última hora. Así aquí, todos vienen el último día”, dijo un comerciante.

El número de gente que hasta ese momento había era demasiada, pero los vendedores comentaron que horas más tarde llegaba todavía un mayor número de personas.