Cultivas rosas. Que la muerte nos pase de largo

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Cultivas rosas. Que la muerte nos pase de largo

ESMIRNA BARRERA
Las aves canoras siguen presentes, las plantas y árboles continúan creciendo en esta primavera, eso significa que el mundo está vivo y que hay esperanza

¿Qué ganarán?, ¿qué perderán?, si todo esto pasará… es más fácil encontrar rosas en el mar. Texto de Luis Eduardo Aute de una composición musical que en 1967 inmortalizara la cantante Massiel. Aute acaba de morir, pero no la belleza y fuerza de su poesía sencilla.

¿Quiénes serán los grandes perdedores al concluir la pandemia? ¿Qué perderán? Y si existieran ganadores. ¿Quiénes serán?

A cuántos seres humanos arrastrará la ambición de los que pelean por el liderato del mundo incluyendo a las grandes firmas bancarias y las trasnacionales que financian movimientos políticos para proteger personas acordes a sus intereses.

Cuántos inocentes morirán por falta de prevención o de dinero para quedarse en casa en lugar trabajar para sobrevivir. No se trata de 1918, cuando la gripe española acabó con una buena parte de la población mundial, un tiempo en que no se tenía la comunicación virtual con la que hoy podemos conocer en el momento que ocurren los acontecimientos que trastocan la vida de muchos.

En plena pandemia el dictador de pacotilla Nicolás Maduro trata de encender a sus compatriotas venezolanos empujándolos a un “combate para la paz”, mientras que el provocador de la testa rubia platino mantiene en las costas del noreste sudamericano barcos de guerra para extirpar el mal sudaca, paralelamente tener un pie en territorio petrolero y así reivindicarse con los estadounidenses para mantenerse en el poder.

En Latinoamérica el futuro huele a muerte, pero no la que un ser humano merece cuando ha cumplido con un proyecto de vida o la que llega por alguna enfermedad anidada por la genética. Y estoy en contra de ese futuro que no corresponde a los latinoamericanos porque está construido desde la ambición de los depredadores que hacen germinar virus para ganar posiciones en el ajedrez del orden político mundial.

Ante la situación que vivimos en el mundo y en nuestro País, abramos la ventana del pensamiento y vislumbremos lo anhelado.

Quiero regresar de nuevo a las calles y saludar a propios y a extraños; caminar por las banquetas del barrio y encontrar a la gente disfrutando de su libertad. Quiero estar en Bustamante, caminar en su plaza, entrar a su templo, refugiarme en su nogalería y dormir bajo el influjo de su oxígeno interminable. Oír por las noches el croar de las ranas en las acequias y el canto de los búhos y lechuzas sobre los árboles. Oler el aroma de las panaderías cuando terminan de hornear el tesoro de sus alhajas de harina, piloncillo y nuez. Ver el sol ocultándose tras la sierra y luego a la luna en el cenit del firmamento.

Las aves canoras siguen presentes, las plantas y árboles continúan creciendo en esta primavera, eso significa que el mundo está vivo y que hay esperanza para los jóvenes.

Hoy hay niños que juegan en sus casas ahora muy cerca de su familia. Hoy el amor vibra y vive en los enamorados. ¡Que la muerte nos pase de largo!

Ni Vadimir Putin de Rusia, ni el rey Salman de Arabia Saudita, ni Xi Jinping de la República Popular China, ni Donald Trump son dueños de nuestro destino. La intervención divina ahora tal vez no cuenta. Contamos los seres humanos. Al culminar la pandemia seremos mejores personas y podremos arar juntos los mares para cultivar rosas. Aun alcanzándonos la depresión económica con su cuota de sufrimiento, la vida comenzará todos los días.