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¿Culpas absolutas?

Cuando Chamberlain, el primer ministro inglés, regresó ufano de una reunión con Hitler y creyó haber evitado la segunda conflagración universal del siglo 20, Winston Churchill declaró: “Se te ofreció poder elegir entre la deshonra y la guerra, y elegiste la deshonra y también tendrás la guerra”.

Al respecto, el actual sector empresarial enfrenta un grave dilema: defiende justificadamente sus empresas o se enfrenta con coraje y honor a AMLO y a sus políticas económicas suicidas. Todo parece indicar que ha elegido la deshonra al no intentar contener la debacle que viene y finalmente tendremos la debacle y la deshonra, como aconteció con los banqueros expropiados de 1982, cuando bien pudieron haber mandado de “vacaciones” a los operadores de los sistemas electrónicos para no pagar cheques, con lo cual López Portillo, ante la parálisis económica, hubiera tenido que dar marcha atrás a su decreto expropiatorio…

Por salvar a sus compañías, insisto, menudo dilema, los empresarios venezolanos hundieron a su país al acobardarse ante Chávez cuando todavía podían haber elegido entre la deshonra y la dictadura. En México elegimos la deshonra y, por lo visto, enfrentaremos una previsible debacle en términos de cero crecimiento económico. ¿Acaso piensan que AMLO les cree, los respeta y no los desprecia, cuando conoce la fuga de capitales por 20 mil millones dólares? ¿Quién es más culpable, aquel que destruye la economía con políticas, cuya ineficiencia ya ha sido demostrada, o quien salva su patrimonio construido después de años de trabajo para dejarlo fuera del alcance de un hombre que gobierna de acuerdo a sus estados de ánimo y aplica una justicia selectiva? Los contribuyentes también callan cuando los impuestos, propiedad del erario, pagados con grandes esfuerzos, inexplicablemente se convierten en dádivas para comprar votos en lugar de destinarlos al financiamiento de servicios públicos, hoy en día severamente criticables en materia de seguridad, salud, educación e inversiones vitales en obras de infraestructura. Serruchamos inconscientes la rama sobre la que estamos sentados.

¿Cómo hablar de culpas absolutas cuando sólo algunos gobernadores amenazaron con el rompimiento del Pacto Federal si se insistía en la desaparición de poderes o en el recorte de participaciones federales que anticipa la ruina de su gestión pública? Las organizaciones de padres de familia han aceptado la imposición de una reforma educativa que desdeña la capacitación y evaluación de los maestros de nuestros hijos para continuar incubando la mediocridad en las aulas escolares, de la misma manera en que las organizaciones de médicos no se unen en una imponente marcha callejera para denunciar su impotencia cuando sus pacientes de todas las edades fallecen por la falta de medicamentos y de equipo quirúrgico.

Ahí están los periodistas, con sus debidas excepciones, que evaden la crítica, temerosos de una represalia política y a la espera de un nuevo sobre con dinero, así como los diplomáticos de carrera que no arremeten contra el vergonzoso entreguismo de la 4T, ni se inconforman ante los insultos propalados por Trump en contra de México y callan junto con una nación humillada y silenciosa. Imposible dejar en el tintero a los abogados que observan pasivos el desmantelamiento de nuestra democracia, la herencia de nuestros abuelos. ¿Y la voz apenas audible de los intelectuales obligados a advertir los peligros de una dictadura? ¿Y nuestros maestros de economía, historia, sociología y psiquiatría que rara vez opinan? ¿Y los senadores que atropellan y traicionan a su propio electorado con leyes inconstitucionales y terroristas en las que ni ellos creen en aras de su evolución política?

A la sociedad mexicana también se le ofreció poder elegir entre la deshonra y la debacle económica y social. Todo parece indicar que elegimos la deshonra y que tendremos otra debacle, salvo que todos juntos presionemos para evitarla. Hacen falta dos para bailar tango. 100 millones de mexicanos padeceremos el voto tan sólo de 30 millones que escogieron dar marcha atrás a las manecillas del reloj de la historia patria.

@fmartinmoreno