¿Cuentas alegres? 2
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¿Cuentas alegres? 2
En la búsqueda de la candidatura del PRI para contender por la gubernatura de Coahuila, Miguel Riquelme esbozó los cinco ejes de sus propuestas económicas: 1) Renegociar la Ley de Coordinación Fiscal para incrementar la participación del estado en los recursos distribuidos por el Gobierno de la República a través de las participaciones y aportaciones federales; 2) refinanciar la deuda pública estatal para “pagar menos intereses y establecer nuevos plazos”; 3) incrementar los ingresos propios a 10 o 12 mil millones de pesos para cubrir el servicio de la deuda y financiar la inversión; 4) generar las garantías necesarias y seguir promoviendo la inversión extranjera, así como; 5) impulsar la competitividad para que mejoren los salarios.
Habiendo analizado los primeros dos rubros, en esta ocasión comentaré los tres restantes. Según Miguel Riquelme, los ingresos propios se incrementaron de 2 a 8 mil millones de pesos, por lo cual estima que durante su administración podrían incrementarse a 10 o 12 mil millones, cantidad que permitiría cubrir el servicio de la deuda y disponer de recursos para fondear proyectos de inversión pública. Dos comentarios sobre el particular:
1. Bajo la etiqueta de ingresos propios, se agrupan: Impuestos, cuotas y aportaciones de seguridad social, contribuciones de mejoras, derechos, productos y aprovechamientos. Precisemos los números: El punto de referencia es el último año de la pasada administración, es decir el 2011. Ese año, el gobierno de Coahuila captó en esas partidas ingresos por 2 mil 617 millones de pesos. Si traemos ese valor a pesos del 2016, la cifra sería de 2 mil 954 millones. A partir del 2016, solo disponemos de las cifras de la Ley de Ingresos, pues no se ha liberado la cuenta pública de ese año. En la Ley de Ingresos del 2016 se contemplaron 6 mil 852 millones de pesos de ingresos propios y para el 2017, año de favores electorales, estos recursos disminuyeron en 561 millones de pesos, para ubicarse en 6 mil 291 millones. Esta sería pues la referencia para la administración de Riquelme. El punto de partida sería de 6 mil y no de 8 mil millones, de manera que llegar a 10 mil o 12 mil millones supondría incrementar los caudales en esas cuentas en 4 mil o 6 mil millones de pesos, es decir, prácticamente duplicar los ingresos propios. Lo que en realidad está ofertando Riquelme a sus electores son aumentos sustanciales en los impuestos y todas las cuotas por concepto de prestación de servicios públicos. Esto significa que las reducciones realizadas durante el último año del Gobierno actual serían pronto revertidas y el óvolo del recaudador exprimiría, infatigable y despiadado, las carteras de los contribuyentes. Como bien reza el refrán: “El que da y quita, con el diablo se desquita”.
2. Acostumbrados a malgastar lo ajeno, nuestros gobernantes tienen la fea costumbre de equilibrar las cuentas esquilmando fondos adicionales en donde les es posible. Rara vez se ocupan de racionalizar los gastos en función de los intereses comunitarios. Si estudiamos las estadísticas de gasto, destaca un capítulo denominado “Transferencias”. En 1998 representaba apenas el 8.2 por ciento de los egresos, en el 2016 consumió 30 centavos de cada peso, solo superado por el pago de servicios personales (35.9 por ciento del presupuesto de egresos). Por cada peso destinado a la inversión pública en el 2016, se gastaron 3 pesos con 30 centavos en “transferencias”. Ningún abordaje serio del tema de las finanzas públicas estatales puede ignorar el lado del gasto; particularmente el dinero destinado a pagar una deuda pública contratada fuera del marco legal vigente en ese momento (lo cual ameritaría una quita proporcional en el principal de la deuda) y los flujos multimillonarios dilapidados en clientelismo político y corrupción, erogados bajo la reveladora etiqueta que reza: “Transferencias” (¿A quién?, ¿por qué? y ¿para qué?).
Su cuarto eje estratégico (garantías y fomento a la inversión extranjera, especialmente a la norteamericana) no aporta nada nuevo respecto a lo hecho en administraciones pasadas. Se sigue repitiendo el error de pensar que la dinámica del crecimiento económico depende del mercado externo, ignorando la necesidad y el potencial de las políticas para estimular el mercado interno. Esto es particularmente limitado en los tiempos del “Agente Naranja” (Herbicida y defoliante utilizado como arma química por el ejército de los Estados Unidos de América durante la guerra de Vietnam. Con este mote se refiere Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y editorialista del New York Times, a Donald Trump, pues describe algunas de sus características distintivas: Tóxico, letal y anaranjado).
Finalmente, su planteamiento de impulsar la competitividad para que mejoren los salarios, revela un grave error conceptual. Lo que permite mejorar los salarios y la competitividad es el incremento en la productividad. Riquelme debe “jalarle” las orejas a sus asesores económicos y, sobre todo, explicarle a los electores cómo logrará incrementar sustancialmente la productividad para aspirar a mejorar, simultáneamente, salarios y competitividad.
Así pues, la oferta económica de Riquelme puede resumirse en cuatro palabras: “Más de lo mismo.” Mi respuesta es: ¡No, gracias!