Cuba quiere la libertad, el continente la menosprecia

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Cuba quiere la libertad, el continente la menosprecia

Cuba sea una especie de agujero negro de información periodística (seria)

La dictadura socialista que reina en Cuba desde hace 62 años está en uno de los momentos más vulnerables de su historia; el futuro del pueblo cubano tendrá implicaciones profundas en la vida política de todo el continente. 

Aunque nos hemos acostumbrado por mucho tiempo a que Cuba sea una especie de agujero negro de información periodística (seria), la irrupción de las redes sociales ha vuelto insostenible el mito del despotismo benevolente y los eslóganes como el del “mejor sistema de salud del mundo” con los que la izquierda latinoamericana se ha obstinado en lavarle la cara a la dictadura durante más de medio siglo. 

A pesar de la censura y las restricciones al uso de internet por parte del régimen, los periodistas cubanos han aprovechado las posibilidades digitales disponibles al máximo para denunciar los abusos de la casta política comunista y las carencias reales de la población, en algunos casos, en condiciones realmente heroicas. 

El desabasto de alimentos y medicinas es evidente, y la vieja cantaleta del “bloqueo yanqui” (inexistente) es ineficaz para tapar el sol con un dedo: Cuba ha podido comerciar con el resto de países del mundo y recibir sus divisas vía turismo durante décadas. A pesar del embargo, Estados Unidos es uno de los principales proveedores de alimentos para la isla, y el hecho de que el régimen comunista declare que su fracaso se debe a no tener relaciones de libre comercio con la potencia capitalista podría hasta tomarse a broma, si no tuviera consecuencias trágicas para más de once millones de cubanos secuestrados en su propia casa.

Ello no ha modificado (ni modificará) la opinión de los adeptos dogmáticos del pobrismo en América Latina, que ven en Cuba el ideal de sociedad inmovilista en el que les gustaría mandar. Desde hace 62 años llaman sin empacho “gusanos” a los cubanos que han tenido que dejar patria y vida atrás para conservar sus libertades fundamentales.

Hoy, es precisamente “patria y vida” lo que los cubanos reclaman, en oposición al tradicional eslogan patético-enfático del régimen: “patria o muerte, venceremos”. El pasado lunes 12, el presidente Miguel Díaz-Canel respondió azuzando abiertamente a la población a combatir a los manifestantes:

“Convocamos a todos los revolucionarios comunistas a que salgan a la calle, donde se van a producir estas provocaciones y enfrentarlas con decisión” y “La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios”.

Para el resto de América Latina, el desarrollo de estos eventos es altamente relevante en más de un sentido. 

En primer lugar, tenemos otras dos naciones secuestradas por dictaduras socialistas emuladoras del régimen cubano: Venezuela (1999 a la fecha) y Nicaragua (2007 a la fecha). El desenmascaramiento de la situación cubana merma aún más su legitimidad, aunque en ambos casos, la tiranía se sostiene por la cooptación de las fuerzas armadas y a través del encarcelamiento de líderes opositores y periodistas.

En segundo lugar, la puesta en evidencia internacional del régimen y el derrumbe de la fantasía del “socialismo democrático” suscita un fenómeno curioso de auto-destape de personajes políticos relevantes que apoyan a la dictadura de manera irredenta a lo largo de todo el continente. Es nuestra responsabilidad, como ciudadanos libres, señalar públicamente a cada uno de los apologistas de la represión y hacernos cargo de que ninguno de ellos llegue a ocupar cargos públicos. Su agenda contra las libertades está a la vista, nadie puede llamarse a engaño.

A pesar de todo, pareciera que en algunos de las naciones que más han prosperado en los últimos años gracias a la apertura democrática y comercial están siendo seducidas (de nuevo) por el discurso de la envidia y el resentimiento anticapitalista: Colombia y Chile tienen elecciones presidenciales en menos de un año, y en ambos casos son las opciones filocomunistas las que encabezan las preferencias al momento (Gustavo Petro y Daniel Jadue respectivamente). Sus sociedades estarían aún a tiempo de rechazar el fiasco. 

Por otra parte, en las democracias que siguen rigiendo a pesar de haber elegido a simpatizantes abiertos del castrismo como dirigentes del gobierno (Argentina, México, Perú), tampoco hay razón para claudicar en la defensa a ultranza de las libertades civiles. Como ciudadanos, debemos exigir una condena clara y sin ambages de la falta de libertades en Cuba; no sólo por solidaridad, sino como medida para conjurar que los discursos autoritarios y el estatismo sigan avanzando a punta de falacias y circunloquios políticamente impunes en nuestros países. 

@CarlosDavila_mx
carlos0alfredo01@gmail.com