Cuba: ¿hay historia después de Fidel?
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Cuba: ¿hay historia después de Fidel?
La historia del fin de semana anterior fue dominada por la noticia del deceso del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, un personaje que, como pocos, polarizó la opinión del mundo entero durante una porción muy importante del siglo 20.
Formalmente había dejado de gobernar Cuba desde hace un decenio cuando, tras una compleja intervención quirúrgica, se vio obligado a trasladar el poder a su hermano Raúl, primero en forma temporal y posteriormente de manera definitiva.
Pese a su retiro formal del gobierno, era evidente que Raúl siguió siendo más que un “líder moral” y que era, para todo efecto práctico, el depositario del poder político en la isla, así como el pilar fundamental sobre el cual descansaba la cohesión del grupo que encabeza el Partido Comunista y el Ejército cubano, los dos brazos con los cuales se sostiene el régimen castrista.
Por ello es que, aún cuando teóricamente se retiró hace 10 años del poder, Fidel Castro Ruz en realidad ha dejado vacante su puesto apenas hace unos días, cuando la biología se alzó –como lo hace en todos los casos– como el único ente capaz de derrotar a cualquier ser vivo.
Los claroscuros de su historia quedan para el análisis: quienes le admiraron y le admiran lamentarán su muerte largamente y tendrán, en los miles de episodios interesantes de su hoja de vida, material para elogiar sus conquistas y las reivindicaciones logradas por la Revolución Cubana; sus detractores encontrarán, en la misma fuente, elementos sobrados para ubicarlo en el casillero de los dictadores y, en consecuencia, condenarlo al olvido.
Independientemente de la opinión personal que cada quien tenga, lo único que parece cierto es que no se puede ser indiferente ante la figura del líder de la Revolución Cubana: se le ama o se le odia, pero no se le puede ignorar porque sus actos, sus palabras y sus gestos forman parte relevante de la historia reciente de nuestro continente y del mundo.
Pero si la historia de Fidel Castro ha llegado a su punto final, la que seguirá escribiendo episodios es la del pueblo cubano, una sociedad que hoy vive anclada en el pasado mientras el mundo ha dado saltos gigantescos hacia la modernidad y el desarrollo.
Dada su posición de hombre providencial, resulta obligado preguntarse si la Revolución Cubana resistirá la ausencia de Fidel; si la cohesión del politburó de su partido se mantendrá o si las tensiones y desgastes que necesariamente genera el ejercicio del poder –y más aún el ejercicio prolongado– se exacerbarán ahora que ya no está ahí para contenerlas.
Resulta difícil considerar la posibilidad de que la muerte de Fidel Castro constituya sólo un momento anecdótico de la historia de la isla y que, una vez disipado el humo de las veladoras encendidas durante sus exequias, todo mundo volverá a sus actividades habituales.
Difícil considerar la posibilidad de que Cuba sea lo mismo con Fidel o sin él. Lo que se antoja, más bien, es una sacudida que cambie su rumbo.