Cuatro décadas
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Cuatro décadas
Roque Dalton fue un poeta de la más pura lírica latinoamericana. Oriundo de San Salvador, capital de El Salvador, país centroamericano que no ha escapado a las guerras intestinas y a los avatares del izquierdismo, vivió 40 años de edad, pues fue asesinado en 1975 por sus mismos correligionarios, quienes abandonaron su cuerpo en la selva, mismo que fue devorado por las fieras.
El poema “Alta hora de la noche” anticipa su partida con una vibrante solicitud en primera persona. “Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendría la muerte y el reposo./ Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos/ sería el tenue faro buscado por mi niebla./ Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas./ Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta./ No dejes que tus labios hallen mis once letras./ No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto”.
Cuatro años después del fallecimiento de Roque Dalton, un joven de 24 años, nacido en 1955 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y avecindado en la ciudad de Monterrey, escribió el texto “No te acuerdes de mí”, al que le compone en paralelo una línea melódica. Este poema indica un mensaje personal del que citaré un fragmento: “No te acuerdes de mí, más bien piensa en la luz de tu país/ que es otra forma de recordar pues se oculta y se vuelve tan sutil/ escondida en los rostros de la gente, en las manos de la gente,/ en los pasos, en las frases, en lo claro y oscuro de los ojos… de la gente”.
Este conjunto de imágenes implica una despedida definitiva, como en el caso del texto poético de Dalton que cité antes.
Chema Mendiola fue fundamentalmente novelista, pero tenía un innegable talento para componer música y escribir letras de gran profundidad para canciones. Murió en 2013.
Recientemente hubo un acontecimiento que volvió a unir los talentos de Dalton y Mendiola. El sábado 3 de diciembre se conmemoró el 40 aniversario del anuncio de la creación del Frente Cultural Universitario, plataforma para los estudiantes de la UANL. Estuve allí como muchos de aquellos adolescentes y jóvenes que participamos en ese movimiento que entonces arroparon las autoridades universitarias, y que encabezó Pedro Antonio Magallanes, hombre resuelto que seguía el pulso de su intuición artística y que sabía cómo motivar a los que abrigábamos el deseo de cambiar el mundo, por lo menos nuestro mundo.
Casi 40 años después de ser compuesta, canté el tema “No te acuerdes de mí”, al que en el tiempo de su creación incorporé un fragmento del poema “Alta hora de la noche” porque me parecía que se conjugaba la inspiración de Roque Dalton con la de José María Mendiola. Nunca me dediqué a cantar, pero esta experiencia me recordó que tengo un saldo negativo conmigo mismo porque abandoné esa parte de mi persona que me sigue persiguiendo.
Participaron cantando o ejecutando algún instrumento en el Aula Magna, mujeres y hombres que aún se dedican al canto popular o, por lo menos, al canto de temas musicales de culto. Todos aprovecharon la oportunidad que promovió el emblemático Javier Palacios “La Liga”, y que comandó con precisión y suavidad la intérprete e investigadora musical Luisa Fernanda Patrón, de la mano de José Garza Santos, conocido como “Pepe Charango”.
Uno a uno fueron desfilando los talentos que nacieron en el Frente Cultural Universitario. A mí me acompañó en la guitarra el mítico Ernesto Pérez “El Gallo”.
Entre las personas que participaron estuvo Alejandro Carranza “El Lobo”, originario de Saltillo, Coahuila, y que sigue radicando en su ciudad natal. “El Lobo” cantó junto a su esposa, su hija y sus dos hijos, quienes ofrecieron un canon vocal memorable. Ya escribiré sobre este cantautor coahuilense.
Al final del concierto, los presentes entonaron un tema de “El Lobo” titulado “El Latinoamericano”, que contiene el espíritu universitario de fines de los años 70 y que, ciertamente, en este momento de incertidumbre global se está retomando, porque la mirada de las naciones latinoamericanas no debe ver hacia el norte, sino mirar del sur hacia el sur.