Cuando termine la cuarentena… dejemos las conversaciones de polarización

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Cuando termine la cuarentena… dejemos las conversaciones de polarización

Foto: Omar Saucedo

Más de una vez he escuchado decir “cuando se acabe la cuarentena iremos de viaje, haremos una gran fiesta, pediré el crédito para el negocio que estaba empezando, comparemos la casa que estábamos pensando”. Todos (me incluyo) estamos esperando que esto termine pronto para hacer lo que estábamos haciendo antes.

Sin embargo, es importante que reflexionemos que como sociedad y País nunca volverá a ser lo mismo. Es decir, la cuarentena no es como si le hubiéramos puesto pausa a nuestras vidas y simplemente cuando termine las retomaremos donde estaban.

La vida diaria cambiará en muchos sentidos después de esta pandemia. Para mí, el más preocupante es el ámbito económico, que será el que marque nuestra vida social en el mediano y largo plazo.

Esta semana la Secretaría de Trabajo anunció que se habían perdido ya 350 mil empleos en el último mes (del 4 de marzo al 6 de abril). Cabe mencionar que las niñas y niños dejaron de ir a la escuela el pasado 17 de marzo, y gran parte de los negocios comenzaron a cerrar el 30 de marzo. En otras palabras, estos 350 mil empleos formales ya se perdieron y no ocurrió dentro de las semanas más difíciles que se pronostican para la primera o segunda semana de mayo. Es decir, apenas comenzará lo peor.

Uno de los argumentos de campaña de López Obrador era que no había mejor política exterior que la política interna. Actualmente los mercados internacionales están tan conectados que repercute de manera muy rápida lo que pasa en otros países en México. Muchos especialistas ya hablan que la crisis económica global que se aproxima será más grande que la Gran Depresión de los años treinta, o por lo menos mucho más larga y profunda que cualquiera de nosotros haya vivido.

No pretendo hacer un análisis económico en estas líneas, mi interés es que hagamos una reflexión de lo que le puede ocurrir a nuestras ciudades, nuestras comunidades, nuestras familias.

Las PYMES (pequeñas y medianas empresas) generan el 72 por ciento de los empleos en México y el 52 por ciento del PIB. Esto quiere decir que 7 de cada diez empleos en nuestro País no tiene que ver con los grandes corporativos o empresas transnacionales o los de arriba, como los llama el Presidente. Tienen que ver con las empresas de nuestras familias o nuestros amigos, esa papelería, ese restaurante que estaba empezando a hacerse grande, esa idea de tecnológica de tu amigo de la escuela, esa amiga que vende esa joyería o ropa que te encanta o aquella amiga que tiene un salón de belleza. Ellos son el motor económico de nuestro País y no pueden aguantar sin tener ingresos por el cierre en esta emergencia sanitaria pagando impuestos, pagando salarios completos a sus empleados.

Se escucha muy romántico e idealista la propuesta que seamos justos y solidarios, que se paguen sueldos e impuestos porque es cuando más se necesita. Estoy de acuerdo que se necesitan y debemos ser solidarios, pero ¿acaso es justo que las familias de los emprendedores, quienes lo arriesgan todo (su capital económico y social) paguen eso y se queden sin nada para ellos y sus familias? Señor Presidente, a ellos tampoco les alcanza.

Es obligación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador pensar fuera de la caja. Esos créditos de 25 mil pesos a la palabra para esas 22 de millones de personas que también lo necesitan no van a salvar a las PYMES de este País, no van a salvar al motor económico de México, no van a salvar a los emprendedores. Y entonces, el problema será demasiado grande para poder detenerlo.

Señor Presidente, piénselo dos veces, aún tiene tiempo de arrepentirse. Dejemos las conversaciones de polarización, no se trata de los de arriba y los de abajo, se trata de todas y todos los mexicanos.

@garciacecy_

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