Cuando salí de Oaxaca…

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Cuando salí de Oaxaca…

Hace unos días fui a Oaxaca. De allá traje dos cosas. Fue la primera una gran caja llena de prodigios: barro negro, y verde y rojo; tejidos de Santa Ana; una cuchara magnificente labrada en madera por manos indias de Zaachila... Traje también, en otra caja, alimentos para el cuerpo: pan sabroso; tasajo que podría alimentar a un regimiento; clayudas portentosas; tamales de insignes tamaleras; chocolate pontifical; moles que dejan en blanco y negro al arco iris; en pequeñas botellas mezcales de Chagoya de todas las variedades posibles y de las por haber: minero, de gusano, de pechuga, de poleo, de tejocote, de nuez, de yerbabuena, de almendras, reposado, de zarzamora, de maguey azul... Traje también quesos de Oaxaca, más beneméritos aun que el otro benemérito.

Alimentos para el cuerpo, pues, y otros para nutrir el alma. Una hermosa imagen de la Señora del Sur: la Virgen de la Soledad, tan infinitamente triste en su luctuoso traje de negro terciopelo orlado a sus pies con una frase dolorida:

O vos omnes qui transitis per viam, attendite et videte si est dolor sicut dolor meus. Oh, vosotros, los que pasáis por el camino: contemplad, y ved si acaso hay un dolor como mi dolor.

Para hacer compañía a esta Virgen tan sola de la Soledad –el dolor es siempre solitario– traje un cuadro de Cristo en la Cruz según se mira en la capilla del Rosario, parte de ese prodigio de América que es Santo Domingo. Está Jesús Crucificado, pero no lo acompañan al pie del leño la Virgen y San Juan, sino dos santos: San Francisco de Asis, que vivió cantando, y San Antonio de Padua, que cantando murió.

De Oaxaca traje también una caja de sucedidos que alguna relación tienen con Saltillo o Coahuila. He aquí algunos.

–El santo patrono de Saltillo es el apóstol Santiago. En el Estado de Oaxaca hay 56 pueblos que se llaman Santiago (otros 57 llevan el nombre de Santa María; 54 de San Juan; 42 de San Pedro y 32 de San Miguel). ¡No prendió el jacobinismo en la tierra de don Benito Juárez!

–Los oaxaqueños no quieren a Carranza. Su desamor es explicable. En 1916 los carrancistas tomaron su hermosísima capital. Para vengarse por la resistencia que les opusieron, los carranclanes imaginaron un castigo: quemar el Árbol del Tule. Muchas lumbres le arrimaron al tronco, pero todas juntas fueron muy poca lumbre para tanto árbol. El milenario sabino o ahuhuehuete se rió de las lumbritas, que se apagaron sin tiznarlo siquiera.

–Don Francisco I. Madero iba a llegar a Oaxaca en el curso de su campaña presidencial. Una gran sala de reuniones había en la ciudad, el Salón París, y los partidarios del Apóstol anunciaron que el candidato se presentaría ahí. Para impedir el mitin, las autoridades permitieron unos días antes que en el salón actuara una bailarina que mostraba unos cuantos centímetros de pantorrilla. Como aquel espectáculo era sumamente inmoral, las autoridades cerraron el salón, que cerrado permaneció hasta que Madero se fue con su democracia a otra parte. Entonces se volvió a presentar la bailarina para complacencia del culto y exigente público. Más exigente que culto, ciertamente.