Cuando llegaron ellos

Usted está aquí

Cuando llegaron ellos

...Me dijeron un día los dos:

“Fueron llegando poco a poco.

“Dios nos daba una empresa en cada uno y cada una. Eran almas envueltas en una piel que tenía nuestros rasgos, nuestra fisonomía, con ese parecido que hacía sentirlos nuestros.


“Desde entonces nos encontramos plenamente, nos conocimos mejor. Nos dimos cuenta de que no es tanto mirándonos, sino mirando juntos hacia ellos como nos encontrábamos mejor.


“Cada uno y cada una, amándonos a los dos, nos hicieron comprender nuestra vocación a un amor conyugal que nos hiciera felices.

“Lo más maravilloso fue escuchar cómo nos mencionaban, con su media lengua, en sus plegarias infantiles, y que sus labios, besando nuestras mejillas, se hicieran puente de inocencia de nuestro mutuo amor.

“Cuántas veces sus manos pequeñitas, juntando las nuestras, hicieron el armisticio de retorno a la armonía que ellos nunca pudieron imaginar destruida. 

“Teniéndolos a ellos en casa es más fácil perdonar. Es más fácil sonreír y estar contentos. 
“-¿No es cierto que el mundo todo se nos ha hecho más maravilloso cuando lo vemos a través de sus ojillos luminosos de asombro? -se preguntaban uno al otro en ese pensar en voz alta que compartían amigablemente.

“Así es más fácil rezar. Da la impresión de que Dios está más cerca y nos quiere porque hemos albergado en casa algo que es entrañablemente suyo.

“Hay uno que se ha ido.

“Sabemos todos que está con Dios y, como Dios está con nosotros, casi pensamos que no se fue. Quizá llegó antes que nosotros porque tenía prisa de estrenar el hogar en que, algún día, nos dará la bienvenida.

“Fueron llegando los hijos poco a poco... y desde que ellos llegaron, parece que sentimos más el amor de Quien nos los fue regalando en nuestro caminar”.

...Me lo dijeron un día los dos... y me quedé pensando: “Ya no son dos, sino uno”...