Cuando leo… sobrevivo

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Cuando leo… sobrevivo

El libro, como el fuego, ha sido un nutriente de la evolución del hombre. El descubrimiento del  fuego lo hizo poderoso; la creación de los símbolos, las letras y los libros lo hizo sabio. Con el fuego transformó la materia; con el libro no solo transforma su interior espiritual sino que lo descubre, lo conoce, lo reconstruye y lo eleva… y a veces lo deforma con falsedades disfrazadas con letra de molde.

Todo ser humano tiene el potencial de ser sabio. Tiene en su interior la semilla que quiere conocer y conocerse. Como ser vivo está sujeto a la ley de la evolución de su sabiduría personal; sin embargo, este crecimiento espiritual no es mecánico como el de sus huesos, requiere la nutrición de la palabra y de las experiencias humanas y significativas.

Cada experiencia va construyendo la sabiduría de cada persona. Las experiencias amargas le enseñan el sabor amargo de la vida; las experiencias valiosas le descubren el sabor significativo y trascendente de vivir en este planeta.

En el último siglo los  medios de comunicación fuero usados para uniformar la manera de pensar, juzgar y elegir de acuerdo a una ideología política, religiosa o económica. De esa manera Adolfo Hitler y Francisco Franco encapsularon la sabiduría de los ciudadanos en la ideología fascista como única verdad admisible. Esto no era compatible con los libros, que son libres por definición y no por ningún decreto oficial. Y ambos dictadores no solo prohibieron con penas muy severas la posesión o divulgación de los libros que diferían de su control sino que organizaban ritos ciudadanos de quema de libros.

La discreta censura a que están sujetas la radio y la televisión en su programación, es una forma de dosificar las verdades que nutren a la sabiduría popular para que piensen, juzguen, compren y elijan en una forma predeterminada. De esta manera mecánica eligen candidatos y bebidas, partidos y religiones, sistemas educativos y medicamentos.

En medio de este desierto de inconsciencia e iluso confort, aparece el oasis de la cultura del libro que, con su libertad, viene a inquietar el orden prefabricado por los partidos, el fundamentalismo religioso y la compulsión consumista.

Igual que siempre, cada libro es una libre expresión que nace del interior, del alma de una persona: de su experiencia, de su memoria y fantasía, de sus creencias y convicciones, de sus anhelos e ideales significativos, aunque “sea la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginado de otro”, como describe Miguel de Cervantes a su “Don Quijote”.

“La Feria Internacional de Libro” que actualmente se celebra en Saltillo, congrega a miles de Quijotes que nos comparten su sabiduría personal, fruto de su vivir conscientemente su libertad.

Es una festiva manifestación del compromiso de continuar la evolución del espíritu humano mediante los libros que han sobrevivido a todas las dictaduras.