Cuando la foto se impone a la muerte

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Cuando la foto se impone a la muerte

Niña sin nombre ni fecha rodeada de macetas y flores.
Las fotografías post-mortem buscaban inmortalizar el momento en que los niños eran ‘reclutados’ por Dios para formar parte de sus angelitos

El deseo de conservar los recuerdos intactos ha llevado al ser humano a explorar, a veces de formas incomprensibles, el ejercicio de la memoria; cuando la población en general tuvo acceso a la fotografía, esta se volvió ideal para la reminiscencia de cualquier momento cumbre en la vida de todo ser humano, incluso el de la muerte. 

La fotografía post-mortem fue común en diversas partes del mundo entre el siglo XIX y XX, en la que al momento de la muerte se hacían fotos con la intención de que así se resguardaría el alma de los seres queridos, otro solo como un recuerdo. 

Esta práctica fotográfica tuvo variantes definidas por el contexto de su creación, pues mientras unas eran verdaderas elaboraciones artísticas individuales, otras eran grandes inversiones en un producto sencillo que para muchas familias significaba la única foto que podrían tomarse en vida. 

Dionisia Vanegas y su nieto Antonio Casillas.

En Saltillo, la fotografía post-mortem estuvo estrechamente ligada al proceso mortuorio de los niños, hecho que las alumnas del noveno grado de la Escuela de Ciencias Sociales de la UAdeC investigaron y plasmaron en su artículo académico ‘De la muerte al ritual y del ritual a la fotografía: los Angelitos en fotos post - mortem de Saltillo, 1890 - 1910’. 

Se trata de Seidi Martínez Loera y Liliana Perales Jiménez, quienes analizaron 6 fotografías (algunas de ellas disponibles en el Archivo Municipal) de niños fallecidos en Saltillo y el contexto del origen de estas imágenes. 

“Las fotos al reflejar el funeral pasaban a ser un recuerdo especial que les quedaba a los padres ya que los niños no tenían muchas posibilidades de vivir por las enfermedades y las enfermedades que asolaron a Saltillo en el siglo XIX’, dijo Martínez Loera. 

Fotografía familiar sin fecha ni nombre con una apariencia más rústica (no está en la investigación).

El artículo que realizaron mientras estaban en tercer semestre y que fue publicado en 2015 en la antología ‘Diálogos a contraluz, Ensayos de Alumnos de la Escuela de Historia’, explica cómo la muerte de un niño se convirtió en un proceso católico funerario muy especial, el de los Angelitos. 

“La idea de la asunción de los niños al Cielo generó que se les diera un trato especial al momento de su muerte. Es así como surge el ritual de los angelitos (...) un funeral lleno de elementos representativos, en el cual se festeja una pérdida: la llegada directa al Cielo de un niño que pasa a formar parte de los ángeles de Dios”, mencionan ellas en su ensayo. 

Añaden que estas fotografías son un importante registro de los elementos espirituales e iconográficos que se utilizaban en el ritual que, como explican en su texto, hace alusión a la pureza de un ser como lo es un niño. 

El Archivo Municipal cuenta con una foto post mortem de Carranza.

Con su trabajo también buscan exaltar la importancia de la fotografía en la investigación de cualquier acontecimiento histórico. 

“Muchas veces la fotografía post-mortem solo queda en una foto de alguien sin vida, sin embargo muestra todo un contexto histórico complejo; al analizar las fotos podemos encontrar datos que nos ayuden a entender la mentalidad de la época, la cultura y las tradiciones”, añadió Seidi. 

Conoce a través del artículo, cómo las fotografías post mortem de Saltillo hablan sobre este ritual que plagado de música, religión y elementos significativos, buscaban la visión de la muerte de un infante como un motivo de alegría.

Foto de niño con figura de San Luis Gonzaga a sus pies (1910).

El dato: 
> El interés surgió a raíz de que Liliana cuenta con una fotografía post mortem de su familia, sin embargo esta fue tomada en General Cepeda. 
> El ritual de los Angelitos era común en todo el país, pero las particularidades de cada región pueden ser observadas en estos registros fotográficos. 
> Carlos Recio asegura que ésta era una práctica más común entre la gente humilde que entre los ricos. 
> El Archivo Municipal cuenta con una fotografía post mortem de Venustiano Carranza. 
> Antes de 1880 no hay registro en la ciudad de que hubiera un fotógrafo fijo, sin embargo después se tiene conocimiento de negocios asentados por profesionales como Gumersindo Castilla, Mariano Villaseñor, Rubén Zertuche o Adrián Vázquez de León, entre otros.
> El profesor de historia Carlos Recio aseguró que la práctica de la foto post-mortem en Saltillo se mantuvo en vigor hasta los años 20 o 30 y se imprimían en formatos ‘postal’ o ‘gabinete’, llamadas así porque se exhibían en las vitrinas de las casas.
> Pocos eran los casos de fotografía horizontal, lo más común eran los formatos verticales que denotaban una composición hecha por el propio fotógrafo, quien montaba las escenas y dirigía las poses de las personas vivas.

Foto dedicada a José A. Rojas y Juanita E. de Rojas por su sobrina.

> Para las fotos se creaba un ambiente celestial, donde los niños eran procurados con un entorno celestial, algunos con flores y macetas, mientras que los más elaborados incluían utilería como ángeles.
> A diferencia de la foto post - mortem europea, donde se buscaba que los cuerpos aparentaran estar vivos, aquí era más común utilizar posturas naturales con las personas.
> Los niños no reflejan el ‘gesto de la muerte’ o rictus mortis, lo que indica que fueron tomadas poco después de la muerte.
> Tras pasar por la extremaunción, los padrinos de los niños eran vestidos como santos, en el caso de los varones como San José o el Sagrado Corazón y en el de las niñas como la Inmaculada Concepción. Los de menor recurso acudían a sus ropones de bautizo o un traje de manta.
> El atuendo de los niños se complementaba con una corona de flores que debía ser hecha o comprada por su madrina, huaraches de cartón, papel dorado y palma de azar.
> Los cadáveres eran velados sobre mesas adornadas con manteles blancos, flores y ramas de árboles comunes en Coahuila como el laurel o el trueno, y al terminar los padrinos reemplazaban la corona por una de flores de azar,para simbolizar el fin de la tristeza y el comienzo del festejo por la asunción.
> El ritual suponía que los niño se convertían en un ícono religioso con la capacidad de interceder como ángeles o santos ante Dios por los familiares que permanecían vivos y las fotografías permanecían como una especie de reliquia, lo que liga al ejercicio post - mortem como una práctica de profunda fe católica.