Cualquier nombre

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Hemos pasado de la búsqueda a la justificación del secuestro. Hace unos días secuestraron a una mujer en la Ciudad de México, ella salía de su trabajo, tomó un taxi de la calle y después fue interceptada por sus captores y obligada a sacar todo el dinero de sus tarjetas de crédito y débito; horas después su familia recibió la notificación de su secuestro y les pidieron una cantidad de dinero necesaria para su liberación; después nada importó, apareció en el Estado de México sin vida. De esto no se enteraron las autoridades, porque en realidad nadie confía en la policía, ningún persona cree en la Procuraduría y nadie apuesta por la eficacia de gobiernos como los de Miguel Ángel Mancera o Eruviel Ávila. 

La historia de esta mujer ha pasado desapercibida por los medios, su familia no es importante y los ocho mil pesos que sacó del cajero automático no le alcanzaron para pagar su vida. Sus familiares no dieron aviso a las autoridades y el caso fue archivado cuando la tragedia quedó consumada. La familia se resigna y le da una sepultura “digna”; agradecen, por lo menos, tener el cuerpo.

El esposo de la víctima es extranjero, toda su familia igual. Él se va devastado del País sin nada que lo haga permanecer más que la tragedia, la familia de ella maldice México y aunque buscan justicia saben que la impunidad se perpetúa en este territorio; diría el intelectual mexicano Enrique Krauze: “su vida se apagó y nadie encontrará a los asesinos”. La mujer queda como un amargo recuerdo, como la peor memoria de una vida.

Aunque todo está perdido, el padre de la víctima busca una luz, se encuentra con puras sombras. Las procuradurías del Estado de México (donde fue encontrado el cadáver de su hija) y de la Ciudad de México (donde fue secuestrada su hija) no asumen responsabilidades, una le echa la culpa al territorio, otra dice que no sabe absolutamente nada; no existe ninguna certeza, resulta que saben más las víctimas que las autoridades.

El caso está perdido. Han pasado seis días desde el secuestro y de pronto las autoridades ya acumularon dos casos más de secuestro; a ninguno le hacen caso, simulan que les importa.

He ahí la historia del área metropolitana, un relato salvaje más, póngale cualquier nombre, ponga a su hija, a su hermana, a su sobrina o cámbiele de sexo, ponga al hijo de un embajador, al primo de un empresario o al suegro de un comerciante, una vida vale lo mismo. 

Estamos hartos de la incertidumbre, de la impunidad y de las historias de un País sin ley. 

Según la organización Alto al Secuestro, la Ciudad de México se encuentra entre las 10 entidades en donde ocurren más secuestros, tan sólo en el mes de agosto hubo 151 secuestros, con 210 víctimas; lo que representó un 11.11 por ciento más de víctimas, relacionadas con las personas secuestradas en julio de 2016. 

Nadie le teme al crimen, nadie piensa en las consecuencias, vivir en México te resta años. 

@jrisco