Cuadriga de grandezas

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Cuadriga de grandezas

Gran periodismo, gran filmación, gran premio y gran cambio eclesial.

Primero aquellos artículos iniciales del Boston Globe, de Boston. Se referían  a acusaciones de víctimas que en su infancia habían sido abusados por clérigos.

Los periodistas se lanzaron a fondo e iniciaron la investigación. Era complicada. Suponía rastrear archivos, entrevistar víctimas, contrastar testimonios y vencer secretísimos habituales. Lograron dar una información rigurosa y arriesgada.

Privilegiaron los hechos. Buscaron solo la objetividad. 

El cambio eclesial ha sido notable en los diez años transcurridos desde el destacado triunfo periodístico. “Todos deben saber que no hay sitio en el sacerdocio y en la vida religiosa para quienes hacen daño a los jóvenes”.(Juan Pablo II, 24 abril de 2002)

Tras el encuentro en el Vaticano, todos los obispos americanos se reunieron en Dallas y firmaron un documento titulado “Carta para la Protección de Niños y Jóvenes”. Proponen que sea obligatorio para el Obispo denunciar el abuso a las autoridades y que se expulse al sacerdote tras el primer delito contra un menor. 

El 19 de marzo de 2010, Benedicto XVI escribió una extensa carta a los católicos de Irlanda sobre los abusos. En la carta, el Papa identificaba cuatro circunstancias que han agravado esta crisis: “la inadecuada selección de los candidatos al sacerdocio, la insuficiente formación espiritual y moral en los seminarios, la tendencia social a proteger a los clérigos, una preocupación errónea por la reputación de la Iglesia y por evitar escándalos, que lleva a no aplicar las penas canónicas y a no salvaguardar la dignidad de las víctimas como personas humanas”. El cambio eclesial ha sido notable. Hoy la situación es completamente diferente. Si llega una acusación creíble contra un sacerdote católico en cualquier lugar del mundo, puedes estar seguro de que sucederán dos cosas. Una, el Obispo retirará del ministerio al  sacerdote y dos, podrá ser denunciado por los familiares a la Policía. 

La producción cinematográfica sigue la línea iniciada por “Todos los hombrees del presidente” (Alan J. Pakola, 1976)  que destapó el Watergate y derribó a Nixon. Tiene el acierto de enfocar a las víctimas y a la sagacidad y  a los procedimientos empleados por los periodistas. 

Los premios encumbraron a un González (con esdrujulización vascongada), a un Lubezki, defeño con ascendencia nórdica europea, y a un DiCaprio, californiano, de padre itálico alemán) Director uno, fotógrafo el otro y el tercero actor (vagabundo, aviador, lobo entre otras representaciones). Los mexicanos duplicaron y triplicaron estatuillas y a Leonardo se la concedieron por acumulación de intentos. ¡Periodismo, cine, Óscares e Iglesia vivieron una cuadriga de grandezas!