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Cronistas del renacimiento, la oportunidad de confluir desde la sociedad civil
¿Qué ocurre y cómo ocurre? Preguntas que el cronista aborda en todos los campos de actuación del ser humano; en lo excepcional, pero también en lo simple y cotidiano.
Nuestro territorio es cuna de cronistas, desde los tiempos de la época prehispánica y a lo largo de los siglos han existido cronistas con voces poderosas, hasta llegar al aquí y ahora en el siglo 21. Los cronistas de hoy debemos narrar hechos como los que nos ocurren en tiempos del cambio climático, de la pérdida de la biodiversidad y del coronavirus.
Hoy el tema de esta pandemia es muy recurrente en nuestros pueblos y ciudades. Desde la inmediatez podemos hacer una crónica de los miedos colectivos, del sufrimiento de unos, de la desfachatez de otros. Los cronistas le damos sentido a nuestra experiencia de vida de acuerdo a lo que hemos observado y escuchado, para luego describirlo y transmitirlo independientemente de las formas y los estilos.
El lenguaje tiene una gran carga semántica y en el reino de los significados. Un cronista debe conocer de epistemología para interpretar su contexto y el de otros cronistas. En Isla Mujeres y Cozumel se vive distinto que en playas de Rosarito y Ensenada, que en Guachochi o en Ahome, que en Parras de la Fuente o en Bustamante. Muchos sitios de un México en común.
Los cronistas a veces no nos entendemos, pero cuando se trata de un ejercicio de inteligencia colectiva en que 90 cronistas de todos los puntos cardinales del País confluyen para aprender entre ellos y para tener información central de los temas de la sustentabilidad, ocurre un parteaguas. El viernes pasado inició el Programa Cronistas del Renacimiento Mexicano, nombre inspirador de un esfuerzo que coordinan dependencias federales encabezadas por la Secretaría de Turismo en la que confluye la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, (ANACCIM).
Se compartirán temas de medio ambiente, turismo sustentable, indigenismo, pedagogía, crónica e historia, arte y cultura, entre otros. Se trata de que los señores y señoras cronistas escribamos textos más cercanos y útiles a la gente.
Las crónicas están en función de los saberes, haberes, capacidades y conocimiento de quienes las escribimos desde cualquier perspectiva ideológica. En este programa inédito cabemos todos porque para hacer crónica no se requiere de un lenguaje exquisito. Se requiere de cronistas genuinos que estén ligados a la nueva realidad y que con palabras llanas, emotivas, elocuentes logren la empatía de sus lectores.
La palabra escrita tiene un gran valor y los cronistas tienen la palabra para cada realidad, en los cronistas hay capacidad crítica y probidad moral, deseos de aprender, deseos de enseñar.
En este programa de Cronistas del Renacimiento Mexicano tendremos oportunidad de confluir desde la sociedad civil para construir un nuevo discurso de la crónica. ¿Qué vamos a decir? ¿Cómo vamos a registrar lo que ocurre en este tiempo?
En nuestro País no se reconoce la figura del cronista. Se debe legislar al respecto del cronista municipal para protegerle e incentivarle. El multicitado programa que se tomará desde el claustro de los hogares nos permitirá reverdecer en la memoria a Bernal Díaz del Castillo, a Carlos Monsiváis, a Elena Poniatowska y a muchos otros cronistas.
La crónica es el género literario más socorrido en México, y aunque digan que no está a la altura de la novela o de la poesía, los cronistas sabemos entender la dicotomía pasado-futuro, porque queremos transformarnos y paralelamente conservar lo que hemos sido. La crónica necesita de jóvenes que escribirán distinto los temas de la memoria. Ansío leer estas letras que los mayores tenemos la responsabilidad moral de promover. ¡Arriba la crónica!