Crónicas de a pie: Las grandes historias del periodista Jesús Peña
Hay muchos tipos de periodismo, el que hace Jesús Peña resalta las historias presentes en nuestro día a día pero que pasan desapercibidas. Personajes y situaciones sobre los que no se habla suficiente y ya sea por su peculiaridad o relevancia para la comunidad es necesario escribir sobre ellas.
Con 22 años dedicados a este oficio y 17 como miembro del equipo de VANGUARDIA, cuenta con varios galardones por su trabajo, incluido el Premio Estatal de Periodismo 2019 y el Premio Nacional de Periodismo 2012 además de una mención honorífica en el Premio Rey de España y decenas de crónicas y reportajes en su haber.
“Si acaso en mi vida he dado dos charlas y ahorita que decíamos ‘que suba Peñita al estrado’ me acordé cuando me fui de infiltrado a un centro para alcohólicos y drogadictos y decían los tipos que estaban ahí en la sala a uno de los loquitos que se subiera al estrado”, comenzó a contar el reportero el pasado miércoles en Estudio 280, donde ofreció la charla “Crónicas de a pie”, como parte de la serie de conferencias Libros para el Verano, organizado en el marco de la reapertura de la Librería “En el Camino”.
“‘Que sube el Misa’, decían, pero se la pasaba hablando de puras pendejadas. Tú decías pues qué clase de rehabilitación es esta”, continuó, “y se sube y llega el padrino y se lo sienta en la piernas. Fue como muy surrealista estar en el centro este, pero me gustó mucho”.
Así comenzó su participación y de la misma forma continuó, saltando entre anécdotas, pues cómo no va a tener alguien como Jesús Peña, quien se ha dedicado a recolectar y contar historias, tanto por decir y compartir a su público y lectores.
“Pero bueno, vinimos aquí para hablar de los libros que han influido en mi carrera profesional y hablando de eso yo les quiero compartir que pensaba que las novelas y los cuentos de García Márquez, que pintan a las educadoras sexuales pues eran eso, cuentos y novelas, pero en realidad no”, expresó.
“Yo me di cuenta, andando en las calles, que existen esas o que existieron esas educadoras sexuales. Por ejemplo, en la colonia González, donde era la antigua Zona de Tolerancia, que antes estuvo aquí por el centro en las calles de Arteaga y General Leza y ya que lo pasaron para la González había una viejita que le decían doña Meche”, continuó.
“Tuve que meterme a la colonia por muchos días para platicar con gente que había sido cantinera, taxistas, mandaderos, y me contaban de esta señora y esta viejita tenía una particularidad, que cuando ya acababa su jale les daba galletas de animalitos con café a sus clientes”.
“Entonces iban con ellas estudiantes, jovencitos. Con ella asistían también los estudiantes del Ateneo Fuente y lo repito, llega uno a las calles y se da cuenta de muchas cosas que uno ha leído y son como reiteraciones y efectivamente existen las educadoras sexuales de las que habla García Márquez”, concluyó.
Así se ha formado la obra de Peña, en la calle, entre los barrios bajos, y aunque ha sido llamado “el reportero de las putas” —él mismo lo expresó así—, ha contado muchas otras historias, perfiles de personas y de lugares, envuelto entre el narco y la ciencia, la denuncia de injusticias y los personajes excéntricos.
Durante la charla lo mismo narró anécdotas de boxeo que de prostitutas y de la historia de la ciudad, con pequeñas menciones directas a cómo trabaja y de manera implícita exponiendo los detalles de su labor.
“Me gusta mucho escuchar a la gente y me gusta entrevistar, pero son como entrevistas muy platicadas. Muy como de ‘vamos a sentarnos y platícame tu vida, cuéntame de cuando era la zona de tolerancia’, otra vez, no soy el reportero de las putas, pero bueno, me gusta mucho contar esas historias”, comentó el reportero entre risas.