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CRIT… sis

Es prácticamente imposible hacer mención del Teletón sin levantar las suspicacias de algunos y poner al resto a la defensiva. Es un tabú de la vida moderna y es que, después de todo, obedece a una causa tan noble, tan loable, tan filantrópica y desinteresada que cualquiera con el menor recelo es tomado por un malnacido.

Pero —y se vuelve necesario puntualizarlo— así consiguieran los CRIT resucitar gente de entre los muertos, mientras ocupen dinero público (ya sea de donaciones directas o aportaciones estatales), el Teletón está obligado a la transparencia sin restricciones y la curiosidad ciudadana es algo muy normal y de lo más saludable.

Para afrontar su peor crisis de credibilidad, derivada de las aberrantes prácticas de su empresa de origen, el emporio Televisa, y su nefasta influencia en la política nacional, el Teletón decidió que su última campaña se orientara a la sensibilización. Se trataba de lograr el mayor número de visitas a los CRIT para que el público conociera de primera mano la encomiable labor de estos centros de rehabilitación.

Lo que no parecen entender en las altas esferas de la Fundación Teletón es que la desconfianza ciudadana no se centra en lo que ocurre en los pasillos y pabellones de los CRIT sino, a nivel corporativo, en el aseo de sus operaciones, en su impacto fiscal y en toda una presumible serie de beneficios no reportados.

Tratar de conmovernos con el chantaje de los niños que allí son atendidos, es tan chapucero como intentar convencernos de que el pan robado también quita el hambre.

Con los años me he dado cuenta de que éste es otro debate de no terminar jamás. La gente que está convencida de las bondades de un CRIT simplemente no quiere saber detalles —por truculentos o ciertos que pudiesen ser— que empañen su noción nutrida por la compasión.

Hoy el CRIT Saltillo enfrenta una nueva problemática: la estrechez presupuestal. En teoría ni siquiera deberíamos preocuparnos por la suerte del CRIT Teletón, pues el Estado tendría la obligación de cubrir todas las necesidades de rehabilitación y terapia que ocuparan sus ciudadanos. Pero por alguna razón este deber se descansa en una institución privada y todo el mundo lo celebra. ¿Por qué será? ¡Ah, sí! Estamos en México.

De acuerdo con recientes informes, la nómina del Centro de Rehabilitación ha sufrido considerables recortes. Es decir, ha habido un considerable número de despidos. Por si fuera poco, diversas áreas y servicios se han visto afectados también y, como amarga cereza de este aciago pastel, se declaran incapaces de recibir un solo niño más de los varios cientos que esperan un lugar.

Es una pena, sin duda. Pero la cuestión es si existe alguien a quien responsabilizar por esto, no por el afán de iniciar una cacería de brujas, sino para saber cuál elemento de la ecuación sencillamente no funcionó.

El personal del CRIT manifestó —además de incertidumbre por su futuro laboral— que la crisis que el Centro enfrenta es resultado del paulatino retiro de las aportaciones a las que el Gobierno Estatal está comprometido. De acuerdo con esta versión, desde el año pasado, el Estado dejó de hacer su contribución en tiempo y forma.

Tardó varios días en atender los cuestionamientos periodísticos, pero cuando por fin lo hizo, el director del CRIT, Herminio Rodríguez Torres, aseguró que la cuota económica estatal se sigue cubriendo de manera puntual.
Bien, ya tenemos dos versiones opuestas, aunque no tendríamos necesidad de creerle a uno o a otros (al menos en teoría) si acaso el Teletón es una fundación debidamente transparentada.

Por cierto… ¿Quién audita al Teletón? (Y disculpe que no me ponga yo hacerlo pero tengo una vida que vivir). Lo menciono porque de acuerdo con Rodríguez Torres, lo que tiene en este predicamento al CRIT son las campañas de desprestigio en contra del Teletón (como supongo que también este tipo de columnas y otras publicaciones  fraguadas por el intelecto del mismísimo Satanás).

Según el director del CRIT Coahuila, la pasada recaudación anual fue muy baja aunque (explíquemelo alguien si lo entiende mejor que yo), hasta donde yo sabía, la recaudación del evento decembrino Teletón, es para construir nuevos CRIT, mismos que luego operan con aportaciones de los Gobiernos y patronatos locales. ¿Estoy bien o me perdí de algo?

Por alguna razón la versión de Rodríguez Torres no me parece del todo coherente, mientras que la de los trabajadores en zozobra (la que dice que el Estado recortó su aportación a la que estaba legalmente comprometido) me parece más plausible y sobre todo consistente con nuestra realidad estatal.

En un Estado como el nuestro, completamente arruinado, en el que las dependencias públicas funcionan prácticamente sin insumos, cuyas nóminas han sido rasuradas hasta su expresión mínima, donde los fondos de pensiones están desaparecidos, donde los pagos a proveedores pueden demorar años en llegar (incompletos), en una administración estatal de oficinas sin papel para copiadoras ni papel de baño, sin agua para garrafones, que paga con vales de despensa, en este Coahuila hermoso devastado por la rapiña de una mafia política, se me antoja mucho más razonable que la actual crisis del Teletón responda a la consabida bancarrota pública, más que a la suma de todas las críticas, impugnaciones y cuestionamientos que sobre el Teletón puedan hacer todas las mentes

suspicaces del País juntas.
Si hoy el CRIT Coahuila le queda a deber a aquellos para quienes se supone fue creado, no es culpa de los señalamientos críticos, señor director. Responsabilice mejor a quienes prometieron reducir a cero la marginación y acabaron reduciendo a cero las finanzas estatales.

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