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Cristiano imbatible
"Ganar. Eso es lo más importante para mí. Es tan simple como eso”. Con esas palabras arranca el documental Ronaldo, estrenado el pasado otoño, sobre la vida del futbolista del Real Madrid para el que un equipo de rodaje le siguió durante más de 14 meses a los partidos y eventos públicos, pero también en su vida cotidiana, en su casa de La Finca, con su hijo, Cristiano Jr. o Cristianinho. “Siempre quiero más”, dice poco después. Más goles. Más títulos. Más Balones de Oro. Pero también más colaboraciones con marcas. Y aumentar sus negocios. La ambición es la única filosofía que entiende Cristiano Ronaldo. Le ha llevado a ser el mejor futbolista del mundo, y, según publicó Forbes hace unos días, el deportista mejor pagado del mundo, por encima de Messi, LeBron James o Federer.
Según la revista, en 2015 Ronaldo ganó 77,1 millones de euros, de los que más de 45 provienen de su contrato con el Real Madrid. El resto, unos 30 millones, lo gana con sus colaboraciones con marcas como Nike, su socio más antiguo, desde los tiempos del Manchester United; Tag Hauer o la firma de ropa portuguesa Sacoor Brothers. Pero también obtiene beneficios de la explotación comercial y diversificación de su marca personal, CR7, sus iniciales y el número de su camiseta en el Madrid, con la que ha creado una línea de ropa interior, camisetas, calzado y colonias.
“Lo que me empuja como atleta es ser mejor cada vez y ser el mejor en lo que hago”, le decía el año pasado a la misma publicación, cuando aún estaba en el tercer puesto de la lista de los deportistas mejor pagados. “De la misma manera que quiero ganar en el campo, quiero ser parte de proyectos ganadores y de marcas de alta calidad, aquellas que tienen gran potencial e innovación”. Aunque lo aplicaría a cualquiera de sus colaboraciones, hablaba entonces de su asociación con la empresa tecnológica Monster y el portal de ventas online eBay para crear la marca ROC, una línea de altavoces y cascos de diseño dirigida a los fans de Ronaldo, y su penúltima aventura en el mundo empresarial. ROC es una línea tan enfocada a sus seguidores que no hicieron publicidad convencional, se anunciaron única y exclusivamente a través de las redes sociales del futbolista. También son su fuerte, y un campo en el que ha ganado a otros deportistas. Ronaldo tiene más de 200 millones de seguidores combinados en Instagram, Twitter y Facebook. Un récord al que solo han llegado Justin Bieber y Taylor Swift. Solo en Facebook, Cristiano, de 31 años, supera los 112 millones de amigos, más que nadie en el mundo.
Seriously, what’s going on @nikefootball ? #SparkBrilliance
See the whole story on June 9: https://t.co/GzCcnRwwRp pic.twitter.com/4Wbi4C4sgt— Cristiano Ronaldo (@Cristiano) 7 de junio de 2016
Más valioso aún para las marcas son las interacciones que genera en las redes sociales, tanto a partir de sus publicaciones sobre su vida personal como de sus éxitos o sus patrocinios. “Cualquier cosa que publique en redes sociales genera conversación”, explica Ismael El-Qudsi, consejero delegado de SocialPubli.com. “Según se dice, un tuit suyo podría costar unos 100.000 dólares (más de 87.000 euros), aunque no merece la pena contratar a un artista por un solo tuit, sino que se negocian paquetes”. “Un tuit de un jugador de la selección española de fútbol costaría unos 10.000 euros, dependiendo de su número de seguidores”, compara El-Qudsi.
Según Forbes, ese éxito en las redes ha devuelto a sus patrocinadores un beneficio del 449% a cambio de los 30 millones de euros que le pagaron por promocionarlos. Los 59 posts patrocinados de Nike que el portugués publicó en 2015 le generaron 36 millones de dólares a la marca. Le pagaron 13 millones por vestir su ropa y publicitarla.
“Mi trabajo es jugar al fútbol, pero la vida no siempre será así”, decía recientemente para explicar por qué dedica tanto tiempo, esfuerzo y dinero a sus negocios. Una reflexión que hacía precisamente en la presentación de su última aventura empresarial: una cadena de hoteles de lujo con su marca, CR7, en la que ha invertido más de 35 millones de euros. “No lo haría de otra forma. La marca CR7 es un reflejo de quién soy, de mis instintos y mis valores”, explicaba a una publicación de viajes esta semana en un descanso de la Eurocopa. Asociado con el grupo hotelero portugués Pestana, está a punto de abrir el primero de cuatro hoteles de lujo en Funchal, su ciudad natal en la isla de Madeira, donde construyó un museo con sus éxitos y aún vive su madre. A este le seguirán hoteles en Madrid, Lisboa y Nueva York.
“Quiero vivir como un rey”, dice Cristiano en el documental. Ahora lo hace —tiene, por ejemplo, su propio avión privado—, y prepara su futuro para seguir viviendo igual cuando el fútbol se acabe. Su ambición y orgullo, que nunca esconde, despierta en la gente un amor-odio que también es parte de su éxito, en el que le acompañan un pequeño círculo de personas: su familia y su representante, Jorge Mendes, y un puñado de amigos. Si algo revela la película es la soledad en la que vive: “La gente en la que de verdad confío es muy poca… La mayor parte del tiempo estoy solo”.
Igual que ha roto moldes dentro del campo, lo hizo fuera, en el terreno personal, cuando en 2010 dio a conocer a su hijo, nacido en Estados Unidos, que ha criado solo. Jamás ha revelado la identidad de la madre ni ha confirmado que fuera madre de alquiler. “Y nunca lo haré”, dice en el filme. Quería ser padre joven y tener un sucesor. Alguien a quien transmitir su legado, estrella y emporio empresarial.