Crisis económica y banco central

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Crisis económica y banco central

El artículo 2 de la Ley del Banco de México (reglamentaria de los párrafos sexto y séptimo del artículo 28 de la Constitución), indica que el objetivo prioritario del Banco de México es procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda, es decir contribuir al control inflacionario para que se dinamice el mercado sin atentar contra el bienestar de las familias.

Intervenir en los niveles de tasa de interés es una de las herramientas que aplica el Banco Central, lo cual eventualmente impacta decisiones de ahorro-crédito de los agentes económicos, que son empresas, familias, gobierno y sector externo: una tasa tendencialmente a la baja induce más inversión y consumo, incluido crédito bancario; por el contrario, si la tasa tiende a elevarse las decisiones de los agentes serían menos inversión, menos consumo, menos crédito, lo que induce a reducir  demanda agregada y contener incremento de precios.

En caso de depreciación de la moneda, la institución bancaria del Estado mexicano también participa en la subasta de divisas para reducir su incremento de precios, sobre todo del dólar, porque la depreciación del peso encarece las importaciones, lo que eleva costos de producción y distribución y, por tanto, los precios de bienes y servicios finales.

De ahí la importancia de las funciones autónomas de política monetaria del Banco de México, porque no sólo emite dinero circulante, sino que sus estrategias contribuyen en la dinámica de la economía.

La provisión de billetes y monedas de curso legal es función exclusiva del Banco Central y a través de esto puede verificar y controlar el dinero circulante en la economía, cuya base monetaria actual es, según la propia institución, 1.99 billones de pesos, con crecimiento significativo en el presente año de pandemia, ya que en mayo pasado dicho monto se ubicó en 1 billón 791 mil millones de pesos. 

Lo anterior puede deberse, en parte, al despliegue de recursos de programas sociales del gobierno federal sin elevar su deuda, lo que implica impulsar el consumo como componente de la demanda agregada: según la Asociación de Nacional de Abarroteros Mayoristas a septiembre el valor de sus ventas tuvo un crecimiento anual de 8.1%, por su parte la Asociación de Tiendas de Autoservicio y Departamentales en octubre registraron incremento de 5.5% respecto al mismo mes de 2019. 

En más de tres décadas la función casi exclusiva del Banxico fue contener la elevación de precios, sin embargo, “prioritario” no significa único y puede, sin alterar la ley, diversificar sus tareas para impulsar el crecimiento económico, por ejemplo, a través de la banca comercial ampliar los fondos de financiamiento a micro, pequeñas y medianas empresas, asimismo, apoyar programas productivos del gobierno federal y gobiernos estatales.

Una de las funciones de ley del Banco de México es “fungir como asesor del Gobierno Federal en materia económica y, particularmente, financiera”, pero en plena crisis generada por la pandemia, hasta ahora, como en gobiernos anteriores, tal parece que la Secretaría de Hacienda y el Banxico operan de manera aislada y sin coordinación.

Por ejemplo, con prudencia para no impactar negativamente el precio del peso, la tasa de interés de referencia, actualmente en 4.25%, debería tender a la baja para reducir los costos financieros de las empresas y así revertir los empleos perdidos en este año y la caída en el crecimiento (se prevé -9% anual); además porque la inflación, aún con más dinero circulante, no se ha desbordado, situándose en 3.43% en la primera quincena de noviembre, y porque la balanza importaciones-exportaciones, reporta INEGI, en octubre registró superávit de 6.22 mil millones de dólares.

Aparte de presionar a que la banca comercial reduzca las excesivas tasas de interés crediticias, y en coordinación con las políticas de ingreso-gasto del gobierno federal, las autoridades monetarias deberían diseñar y operar estrategias para impulsar la economía, la difícil situación actual así lo requiere.

El artículo 2 de la Ley del Banco de México (reglamentaria de los párrafos sexto y séptimo del artículo 28 de la Constitución), indica que el objetivo prioritario del Banco de México es procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda, es decir contribuir al control inflacionario para que se dinamice el mercado sin atentar contra el bienestar de las familias.

Intervenir en los niveles de tasa de interés es una de las herramientas que aplica el Banco Central, lo cual eventualmente impacta decisiones de ahorro-crédito de los agentes económicos, que son empresas, familias, gobierno y sector externo: una tasa tendencialmente a la baja induce más inversión y consumo, incluido crédito bancario; por el contrario, si la tasa tiende a elevarse las decisiones de los agentes serían menos inversión, menos consumo, menos crédito, lo que induce a reducir  demanda agregada y contener incremento de precios.

En caso de depreciación de la moneda, la institución bancaria del Estado mexicano también participa en la subasta de divisas para reducir su incremento de precios, sobre todo del dólar, porque la depreciación del peso encarece las importaciones, lo que eleva costos de producción y distribución y, por tanto, los precios de bienes y servicios finales.

De ahí la importancia de las funciones autónomas de política monetaria del Banco de México, porque no sólo emite dinero circulante, sino que sus estrategias contribuyen en la dinámica de la economía.

La provisión de billetes y monedas de curso legal es función exclusiva del Banco Central y a través de esto puede verificar y controlar el dinero circulante en la economía, cuya base monetaria actual es, según la propia institución, 1.99 billones de pesos, con crecimiento significativo en el presente año de pandemia, ya que en mayo pasado dicho monto se ubicó en 1 billón 791 mil millones de pesos. 

Lo anterior puede deberse, en parte, al despliegue de recursos de programas sociales del gobierno federal sin elevar su deuda, lo que implica impulsar el consumo como componente de la demanda agregada: según la Asociación de Nacional de Abarroteros Mayoristas a septiembre el valor de sus ventas tuvo un crecimiento anual de 8.1%, por su parte la Asociación de Tiendas de Autoservicio y Departamentales en octubre registraron incremento de 5.5% respecto al mismo mes de 2019. 

En más de tres décadas la función casi exclusiva del Banxico fue contener la elevación de precios, sin embargo, “prioritario” no significa único y puede, sin alterar la ley, diversificar sus tareas para impulsar el crecimiento económico, por ejemplo, a través de la banca comercial ampliar los fondos de financiamiento a micro, pequeñas y medianas empresas, asimismo, apoyar programas productivos del gobierno federal y gobiernos estatales.

Una de las funciones de ley del Banco de México es “fungir como asesor del Gobierno Federal en materia económica y, particularmente, financiera”, pero en plena crisis generada por la pandemia, hasta ahora, como en gobiernos anteriores, tal parece que la Secretaría de Hacienda y el Banxico operan de manera aislada y sin coordinación.

Por ejemplo, con prudencia para no impactar negativamente el precio del peso, la tasa de interés de referencia, actualmente en 4.25%, debería tender a la baja para reducir los costos financieros de las empresas y así revertir los empleos perdidos en este año y la caída en el crecimiento (se prevé -9% anual); además porque la inflación, aún con más dinero circulante, no se ha desbordado, situándose en 3.43% en la primera quincena de noviembre, y porque la balanza importaciones-exportaciones, reporta INEGI, en octubre registró superávit de 6.22 mil millones de dólares.

Aparte de presionar a que la banca comercial reduzca las excesivas tasas de interés crediticias, y en coordinación con las políticas de ingreso-gasto del gobierno federal, las autoridades monetarias deberían diseñar y operar estrategias para impulsar la economía, la difícil situación actual así lo requiere.


JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ LARA
DE CANASTA BÁSICA