Crisis ambiental: reaccionar o planear

Usted está aquí

Crisis ambiental: reaccionar o planear

Que vivimos en el fondo de un valle donde ni la geografía ni el clima ayudan a dispersar los contaminantes ni a tener una mejor calidad del aire y que eso no se puede cambiar, lo sabemos. También sabíamos desde hace 20 años que la contaminación en el Valle de México estaba alcanzando niveles que ponían en riesgo la salud; que los vehículos motorizados son contaminantes y que era necesario hacer algo, porque eso sí lo podíamos cambiar. 

Entonces, ¿por qué si conocemos las causas no hemos podido resolver el problema de la contaminación y seguimos teniendo crisis de mala calidad del aire? La respuesta pudiera ser sencilla: los gobiernos de la Ciudad y del Estado de México han adoptado una política de “desarrollo” que prioriza la infraestructura para el uso particular del automóvil. 

De acuerdo con el reporte Movilidad Urbana en México 2014-2015 —elaborado por ONU Hábitat—, entre 2000 y 2012 el parque vehicular pasó de 15.6 a 35 millones de unidades siendo los autos privados cerca del 66% del total; de los 23 millones de carros particulares en el país, el 72% se encuentra en las zonas metropolitanas. Datos del Inegi revelan que el número de autos registrados en la ZMVM prácticamente también se duplicó en ocho años (2005-2013), al pasar de 3.5 a 6.8 millones. 

El resultado: más emisiones, más contaminación y cada vez hay más autos. ¿Cómo hacemos que haya menos autos? ¿El Hoy No Circula es la solución? No, porque no desincentiva el uso del automóvil, lo prohíbe por un periodo de tiempo, que es distinto. 

Si queremos que la gente deje de usar el auto como una práctica común, es necesario garantizar formas de transporte público que sean suficientes, eficientes, cómodas y seguras, que estén conectadas a otras modalidades, incluso las no motorizadas. También se requiere planear la compactación de las ciudades y contener la expansión de la mancha urbana. 

Desde Greenpeace impulsamos la idea de construir ciudades más humanas y sostenibles. Ello requiere que el modelo de transporte urbano sea más limpio y tenga en su centro a las personas y no a los autos.