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Crece el dinero digital
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Los expertos le llaman criptomonedas. El auge del ‘dinero electrónico’ está revolucionando las transacciones bancarias, personales y comerciales
La forma como gastamos, gestionamos y ahorramos nuestro dinero está cambiando a pasos agigantados.
Los avances en este campo son tan rápidos que podrían poner patas arriba el sistema bancario.
Los celulares inteligentes permiten que las huellas dactilares, los escaneos del iris y el reconocimiento de voz, e incluso nuestra presencia física en una tienda, sean suficientes para realizar una compra.
En China, hay restaurantes que aceptan el pago mediante el reconocimiento facial. Y en África es común enviar un mensaje desde el celular para comprar un billete de autobús.
La velocidad a la que las cosas están cambiando en el sector bancario hace casi impredecible lo que ocurrirá en los próximos años, coinciden los expertos.
Pero una cosa es segura: millones de personas recurren cada vez más a sus smartphones, no solo para pagar sino también para gestionar dinero, solicitar préstamos, e incuso para adquirir mejores ofertas en el mercado.
¿Desaparecerá el efectivo?
Los pagos con tarjeta y otros medios que no involucran dinero están creciendo a velocidades imparables. Solo en China entre 2014 y 2015 esas transacciones aumentaron en 65%. Y en Reino Unido, el uso de monedas y billetes ya está muy por debajo de otros sistemas de pago. O sea que el dinero contante y sonante se enfrenta ahora a grandes desafíos en todo el mundo.
A lo largo de la historia, los humanos hemos creado diferentes formas de pago, entre ellas el intercambio de bienes (trueque), y el uso de monedas y billetes.
Pero ahora han llegado las criptomonedas, y con ellas el final de las transacciones comerciales tal y como las conocíamos.
A diferencia de los métodos convencionales, las criptomonedas no necesitan el respaldo de un sistema bancario central ni del gobierno de determinado país.
Las criptomonedas se pueden crear y almacenar de manera electrónica en un sistema absolutamente descentralizado. Hoy en día existen más de mil de ellas a nivel global, y la más conocida de todas es el bitcoin.
¿Dónde quedará la bolita?
Pero la circulación del dinero electrónico genera muchas inquietudes. Por ejemplo, ¿quién terminará controlándolo? ¿Se adueñarán del dinero digital los gigantes informáticos, las empresas tecnológicas o las compañías crediticias que están detrás de nuestras tarjetas de dinero electrónico?
Y hay algo más importante todavía: ¿quién controlará todos los datos que salen a flote en todas transacciones bancarias?
En Europa, una nueva ley podría cambiar las reglas del juego y beneficiar a las empresas de tecnología financiera (las finetech), que son la segunda fuerza de servicios de pago de esa región del planeta.
Abrir el sistema
Las nuevas normas europeas instruyen a los bancos a mostrar abiertamente su infraestructura de pagos, y los datos de sus clientes ante terceros.
En la práctica, esto quiere decir que el historial de gastos de un cliente se puede compartir con otros servicios que prometen ayudarnos a gestionar y controlar los movimientos que hacemos con nuestro dinero.
Esa información es extremadamente valiosa. Por ejemplo, muchas empresas sabrán ahora cuánto gastas en gasolina, y deducir que tener un auto es fundamental para tu vida. También permite saber si cada mes sufres recargos en tu tarjeta porque no tienes fondos en tu cuenta.
En ese tenor también se incluye el requisito de que el propio consumidor debe ser quien dé consentimiento a la cesión de sus datos personales.
“No obstante, el nuevo sistema permite a los consumidores mantener el control de sus datos y pagos de una manera segura”, dice Imran Gulamhuseinwala, encargado de instalar la Banca Libre u Open Banking en el Reino Unido.
Los riesgos
¿Realmente puedes confiar en el nuevo sistema?
Para Mick McAteer, del Centro Financiero de Inclusión de Reino Unido (The Financial Inclusion Centre, en inglés), esta práctica tiene sus riesgos.
Uno de ellos es que el dinero electrónico tiene una alta volatilidad en el mercado.
Esto significa que los consumidores serán bombardeados por el marketing, y que cederán fácilmente el control de su información personal, opina un experto.
El Open Banking, dicen, es una idea descabellada, que conducirá a una mayor exclusión financiera para aquellos que ya tienen bajos ingresos.
El peligro es que los consumidores puedan ser explotados al conocerse información sobre los fondos que poseen en sus cuentas, y les ofrezcan préstamos con tasas de interés abusivas en un momento de necesidad.
Billeteras digitales
Dos mil millones de personas en todo el mundo no tienen una cuenta bancaria, según el Banco Mundial. Y la cantidad de titulares de cuentas corrientes va además en descenso.
Mientras tanto, los grandes inversores están apostando por el bitcoin, la criptomoneda de mayor uso, y por otras monedas electrónicas similares.
Aparte de los peces gordos que controlan esta nueva divisa, son cada vez más los negocios minoristas que están aceptando bitcoins, aunque las posibilidades de pagar por tus compras con ellas son todavía limitadas (el bitcoin es la moneda electrónica que ha alcanzado el mayor valor en el mercado).
Parte de la razón la tiene la volatilidad de los precios y el hecho de que los costos de transacción son altos. También sigue habiendo un nivel alto de
incertidumbre sobre este tipo de pagos.
Entonces, ¿por qué son tan importantes las criptomonedas?
En primer lugar, porque están desafiando las formas tradicionales en la que los negocios recaudan su dinero.
Por ejemplo, las denominadas Ofertas de Monedas Iniciales (ICO, por sus siglas en inglés) ven cómo las nuevas start-ups de tecnología venden tokens o vales digitales como una forma de reunir capital para incrementar sus actividades.
En teoría, esos vales tendrían que aumentar el valor de la empresa, pero a pesar de ser una táctica rápida y fácil, es también muy arriesgada y carece de regulación. No es lo mismo que el dinero en efectivo que es regulado y respaldado por los bancos centrales de cada país.
La otra ventaja
En segundo lugar, muchos dicen que existe un gran potencial en el sistema que sustenta las criptomonedas: la cadena de bloques (blockchain en inglés).
Este sistema permite eliminar a los intermediarios que verifican las transacciones, como las compañías de las tarjetas de crédito, los bancos, etcétera.
Gracias a esto, los pagos pueden hacerse de forma mucho más fácil y rápida.
Bryan Zhang, del Centro de Cambridge para Finanzas Alternativas (Cambridge Centre for Alternative Finance), dice que las máquinas inteligentes podrían incluso pagarse entre sí.
Por ejemplo, un refrigerador inteligente podría ordenar y pagar por leche fresca. Y en una escala más grande, un avión con retraso podría pagar automáticamente la compensación a los pasajeros.
No obstante, el cambio será paulatino
Estas perspectivas a futuro ponen en más aprietos al efectivo, pero los datos, a pesar de las amenazas, nos dicen que su reinado todavía va para largo.
Los beneficiarios
Los clientes podrían llegar a ser los grandes beneficiarios de las nuevas tecnologías en el mundo de la banca, pero también podrían ser explotados, advierten los expertos.
Los billetes y las monedas en circulación se han mantenido relativamente sin cambios en las principales economías occidentales, según el Banco de Pagos Internacionales.
En Estados Unidos, el valor en circulación aumentó entre 2011 y 2015. El número de cajeros automáticos ha crecido marcadamente en los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) pero ha cambiado poco en los países occidentales.
Eso no quiere decir que no hayan evolucionado. Los operadores de cajeros automáticos se han convertido en pequeños bancos adoptando la misma tecnología que amenaza su propia existencia (aún con su enorme riqueza, las entidades financieras tradicionales son menos ágiles a la hora desarrollar nuevos productos).
Pero los cajeros automáticos quieren hacer todas las funciones de una banca tradicional.
Así que los clientes no tendrán más remedio que colaborar con estos desestabilizadores potenciales o enfrentarse al desafío de las grandes compañías de tecnología para intentar igualarlas.
Mientras todos cambian y compiten entre sí, los clientes por los que todos se pelean podrían beneficiarse de productos más baratos y mejor adaptados a sus necesidades.
Pero cuidado, hay que tener en cuenta los riesgos ya mencionados que trae consigo esta tecnología. Se dice que el dinero habla, pero todo parece indicar que su lenguaje es cada vez más complicado. (Kevin Peachey/BBCDinero)