México es un país con importantes carencias económicas, que se ven reflejadas en nuestro sistema de salud, por ello, al enfrentar una crisis sanitaria como la de COVID-19, tenemos que partir de la realidad del país y de las limitantes naturales de los servicios públicos y privados de salud.

Sin embargo, debe preocuparnos una situación que se repite en la mayor parte de los hospitales del país, tan sólo en las últimas dos semanas he observado vídeos de al menos 30 hospitales públicos, en donde su personal, médicos, enfermeros y administrativos protestan por la falta de material para garantizar condiciones ya no mínimas, sino elementales de seguridad sanitaria en la atención de los pacientes de COVID-19.

El personal de salud está solicitando insumos bastante básicos, como cubrebocas, guantes o protectores para los ojos, además de medicamentos y equipos esenciales como respiradores. En resumen, no se trata de exigencias desbordadas, sino de material primario para poder hacer su trabajo y disminuir en la medida de lo posible los riesgos.

En ese sentido, hay dos realidades observables, la primera es la se comenta en las conferencias de prensa del Gobierno Federal, donde se afirma que el material ya fue enviado a todos los hospitales que van a atender casos y la segunda, lo dicho por quienes trabajan en los hospitales, que se quejan de que no haya llegado ningún material y que ellos han tenido que comprarlo directamente para protegerse.

Suena ilógico que el personal de más de 30 hospitales públicos en todo el país esté mintiendo y por ende, es más factible que el Gobierno Federal no haya logrado enviar todavía el material que se requiere a todos los centros hospitalarios.

El gran problema es que esta situación está poniendo en riesgo a los profesionales de la salud, el ejemplo más claro es lo sucedido en la Clínica Número 7 del IMSS en Monclova, donde los propios trabajadores se quejaron de falta de equipo y protocolos, en donde la atención de un paciente con COVID-19 derivó en el contagio de al menos 29 doctores y enfermeros.  

Cuidar a los doctores y enfermeros es una tarea de primer orden y una prioridad en esta crisis sanitaria, ellos deben estar bien para tener condiciones de salvar vidas, es la primera línea de atención y si los ponemos en riesgo por falta de insumos materiales, estamos en automático restándole capacidad al sistema de salud para atender a la población.

No se puede bajo ningún motivo escatimar en la compra de equipos de protección y estos deben llegar en muy pocos días a lo sumo a todos los centros de salud que atenderán pacientes por COVID-19. El Gobierno Federal tiene los recursos necesarios, por ejemplo, en enero y febrero de 2020 el sector salud a pesar de haber crecido en el gasto respecto al año pasado, tuvo un subejercicio por más de dos mil 212 millones de pesos, más los dos mil 500 millones de pesos comprometidos por el propio Presidente y el decreto que permite compras directas durante la contingencia, permitirá cubrir al menos las necesidades más apremiantes.

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