Corrupto o incorruptible
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Corrupto o incorruptible
No es lo mismo incorrupto que incorruptible. Para ser incorrupto se requiere estar muerto, yacer en un sepulcro y dar la sorpresa de que la carne permanece a pesar de la voracidad de los gusanos. El respeto de los gusanos no se debe a su falta de apetito o a un gusto sofisticado de gourmets. Simplemente fueron respetuosos debido a que esa carne era muy especial.
Ser incorruptible es alguien muy especial en nuestros tiempos. Significa pelear en una batalla contra los gusanos codiciosos circundantes y se mantiene la probabilidad de que el carácter sucumba a la voracidad de los gusanos tanto internos como externos. La gangrena muchas veces sólo se puede controlar mediante la cirugía de la pierna. La gangrena de la voracidad y codicia que corrompe a un organismo social se puede controlar mediante la amputación del miembro corrupto. Pero es inefectivo si no se erradica la corrupción del sistema y demás miembros.
Se generaliza que la sociedad está corrupta. En realidad algunos cuerpos sociales están más corruptos que otros. La probabilidad de corrupción es mayor en unos que en otros. La familia no es incorruptible, pero tiene menos probabilidad de serlo que el sistema judicial, penitenciario, legislativo o ejecutivo. En la familia tiene más probabilidad de corrupción el sistema conyugal que el sistema fraterno, en cambio en el sistema político no es fácil medir el grado de corruptibilidad de un partido político en comparación a sí mismo o en comparación a los otros partidos.
La única manera de medir la corruptibilidad es atendiendo a la historia inmediata de la corrupción de tal partido en el poder.
Afirmar que el PRI es corrupto porque cobijó a un Javier Duarte parecerá injusto si se concibe la corrupción como un fenómeno individual, pero la corrupción política, económica y moral es un fenómeno social y comunitario. La corrupción humana es un proceso de todo el organismo social. Es un sistema, no un individuo. Para que en una familia haya corrupción se requiere de la confabulación de varios de sus miembros. La corrupción de un gobernador o de un ministerio público requiere la colaboración, la lealtad, la participación, el silencio, la aceptación, los intereses y las ganancias de un grupo “amafiado” de secuaces. Por ello nunca existirá un Ali Babá sin 40 ladrones.
De la misma manera, los incorruptibles no pueden ser “llaneros solitarios”. Requieren de un equipo de incorruptibles que no caigan en la tentación de un millón de dólares en las Islas Caimán. “Dime con quién andas…” y te diré que tan corruptible eres… es el indicador más claro para identificar la “incorruptibilidad” de los candidatos.
El problema de la corrupción tan generalizada que padecemos no se resuelve con un fiscal sino con un “sistema de incorruptibles” en los tres poderes y en los tres niveles. Un sistema tan honesto que pueda vencer al sistema de corrupción que actualmente gobierna en los tres niveles y que controla mediante “políticos prácticos” los partidos políticos.
Al elegir el próximo gobernador hay que tener en cuenta dos factores: ¿qué tan corruptible es el partido que lo propone? Y ¿qué tan corruptible es el carácter del candidato? Basta con ver su historial y el de su partido, y no sólo verá si es corrupto (y amputable) sino si es corruptible o incorruptible.
Y por favor, no se equivoque, porque nos va a ir mal a todos.