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Coronavirus: La lección de Singapur en la pandemia
Por: AARON E. CARROLL
Muchos expertos comienzan a coincidir en torno a una serie de parámetros que tal vez ayuden a determinar cuándo podría ser seguro reactivar algunas regiones del país. Aunque la mayoría de las regiones de Estados Unidos están lejos de alcanzar las metas necesarias para hacerlo, ha existido presión para que el distanciamiento social se relaje pronto.
Es incluso más preocupante que algunos expertos digan que no serán suficientes las metas que aún no se han alcanzado. Parece que podría ser el momento de aplicar ideas más ambiciosas.
“Estamos viviendo una época sin precedentes, por eso tenemos que pensar a una escala que antes habríamos considerado como inimaginable”, afirmó Natalie Dean, profesora adjunta de Bioestadística en la Universidad de Florida.
En este momento, el ejemplo aleccionador es Singapur. Durante semanas los funcionarios de salud pública han estado elogiando con envidia su respuesta al COVID-19.
Los funcionarios de Singapur han estado examinando y poniendo en cuarentena a todos los viajeros que entran al país desde el inicio de la pandemia. Su rastreo de contactos es insuperable. Cada vez que identifican un contagio, se proponen rastrear su origen en un lapso de dos horas. Publican por internet dónde trabajan, viven y han estado las personas contagiadas, de modo que puedan identificarse los posibles contactos. Luego ponen a esas personas en cuarentena y aislamiento y levantan denuncias penales a quienes desobedezcan las órdenes.
Pese a esto, la semana pasada pusieron a todo el país en cuarentena. Todos los trabajadores migrantes permanecen confinados en sus instalaciones durante al menos dos semanas. Los ciudadanos pueden salir de su casa, pero sólo para comprar alimentos, medicinas o para hacer ejercicio. Las autoridades pueden meter a la cárcel, multar con el equivalente a 7 mil dólares, o ambas cosas, a cualquier persona que viole las reglas, que incluyen estar con alguien que no viva en la misma casa.
Lo que Singapur estaba haciendo (y detallamos más adelante) supera lo que la mayoría está debatiendo en Estados Unidos. Nuestras circunstancias actuales son un mal presagio de la capacidad que tendremos para permanecer activos durante mucho tiempo.
“Sencillamente no hay forma de que podamos mantener a la mayor parte del país trabajando a lo largo de todo el año”, señaló Ezekiel Emanuel, vicerrector de Iniciativas Globales en la Universidad de Pensilvania.
“Si Singapur no puede hacerlo, no me imagino cómo creemos que nosotros sí podremos. Como he dicho, esto será una montaña rusa con muchas oleadas de reactivación y de volver a parar de manera parcial cuando sea necesario”.
PLANES CON METAS MÁS ALTAS
Debido a la respuesta limitada y retardada del gobierno de Estados Unidos hasta la fecha, parece inverosímil la idea de que exista un proyecto muy ambicioso.
Pero el costo de otro paro en el futuro es tan alto que tal vez valdría la pena considerar algunas ideas que antes eran inimaginables. Estas son algunas:
PLAN DE ROMER: HACER TODAS LAS PRUEBAS POSIBLES
Paul Romer, ganador del premio Nobel en economía y profesor de la Universidad de Nueva York, propone que cada día se realicen pruebas al siete por ciento de la población. Si eso se pone en un programa de rotación, significaría que se les practicaría pruebas a todos aproximadamente una vez cada dos semanas.
Romer sostiene que incluso si hay muchos falsos negativos, si nos dedicamos a aislar a todos los que den positivo, podríamos mantener a la gran mayoría de los estadounidenses afuera llevando una vida normal. En total, eso ascendería a 150 millones de pruebas a la semana.
Tal vez quienes se oponen argumenten que eso es imposible. Parece que ni siquiera podemos llegar a un millón al día. Dicen que no tenemos el material ni los reactivos para el análisis químico, tampoco la infraestructura para hacerlo ni los aparatos para hacer tantas pruebas. Romer no se desanima.
“A lo largo de toda mi carrera me he concentrado en una sola idea: que sólo porque algo no se conozca, no significa que sea imposible que exista”, señaló.
“Construir carreteras interestatales, digitalizar todos los libros, ir a la Luna fueron ideas extravagantes en su momento. Pero si invertimos los recursos suficientes y nuestra inteligencia, podemos hacer que lo imposible se vuelva posible”, añade el Nobel.
Su plan no se basaría tanto en el rastreo de contactos y el aislamiento, porque a todos se les harían pruebas de manera periódica, y esto podría hacer que fuera más fácil el control del contagio en muchas partes del país. Para el rastreo de contactos se requiere mucha infraestructura y es difícil que funcione bien.
“Gastamos unos 700 mil millones de dólares al año para defendernos de cualquier amenaza militar”, afirmó.
“Por el momento, estamos en un peligro mayor por una amenaza biológica que por cualquier amenaza militar. Deberíamos estar dispuestos a gastar al menos 100 mil millones de dólares al año no sólo para defendernos de este virus, sino de otros posibles virus que puedan amenazarnos en el futuro”, señala Romer.
PLAN DEL CENTRO PARA EL PROGRESO: MONITOREO POR TELÉFONO
Se pueden encontrar otras ideas ambiciosas en un plan propuesto por el Centro para el Progreso Americano, formuladas por Emanuel y sus colegas.
Una parte de la propuesta consiste en manejar un sistema enorme de monitoreo mediante el uso de la informática. Para ello, se requeriría que todos los estadounidenses descargaran en sus smartphones aplicaciones que monitoreen a dónde van y quién se les acerca, lo cual permitiría que el rastreo de contactos se hiciera de manera instantánea.
Todos podrían ingresar por vía electrónica antes de usar el transporte público, entrar a grandes edificios o a escuelas, o reunirse en grupos de más de cierta cantidad de personas. Incluso proponen que se pida que se descargue la aplicación para recibir los resultados de las pruebas. En una situación ideal, esta correría en segundo plano, aunque los usuarios no ingresen en ella.
“Si pudiéramos rastrear contactos en tiempo real a través del teléfono de una persona y las señales de GPS y alertar a las personas que han estado en contacto con alguien que dio positivo para el coronavirus, eso facilitaría mucho la estrategia de contención”, señaló.
Desde luego, ese sistema se consideraría muy invasivo para la privacidad y tampoco se sabe si es factible en términos políticos… o incluso legales. Además, no todos los estadounidenses tienen un teléfono inteligente.
Deberíamos tener planes más ambiciosos
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No todos creen que nuestra meta tenga que ser tan alta, Caitlin Rivers, autora de un informe reciente del American Enterprise Institute sobre la reactivación del país y epidemióloga en el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, dijo: “Aunque Singapur está añadiendo algunas medidas de mitigación en la comunidad, durante muchos meses han podido mantener el nivel de contagio bajo control, y siguen teniendo solo de 100 a 200 contagios al día, lo cual es mucho menos de lo que tenemos nosotros.
“Un modelo basado en casos sigue siendo la mejor forma de avanzar, y aunque es posible que en algunas regiones la gente vuelva a tener que permanecer en casa, no creo que eso sea inevitable. Claro que todavía tenemos que prepararnos para esa eventualidad mediante la ayuda económica a la que se pueda recurrir con rapidez, si eso vuelve a suceder. La finalidad es que hayan menos interrupciones para que tengamos muchos menos trastornos que ahora”, detalla Rivers.
No se sabe qué tanto podría soportar Estados Unidos otro paro a nivel nacional. Si los estadounidenses no logran ajustarse, los resultados podrían ser desastrosos. Evitar una segunda cuarentena podría considerarse como una inversión a largo plazo.
“La trayectoria que hemos seguido hasta ahora no me da muchas esperanzas”, comentó Gregg Gonsalves, profesor de Epidemiología y Ley en la Universidad de Yale.
“El distanciamiento social se está dando sólo en unas regiones de todo Estados Unidos. En la siguiente fase se requiere una movilización masiva a nivel nacional que no se ha visto desde la Segunda Guerra Mundial, con un aumento drástico en la producción de pruebas para el virus y sus anticuerpos, de los insumos que necesitamos para hacer estas pruebas, desde hisopos largos hasta aparatos para la extracción de ARN, y del equipo de protección personal para que se protejan las personas que realizan las pruebas.
“También necesitamos que en todo el país se despliegue una brigada nueva de personas capacitadas para realizar estas pruebas”, indica Gregg.
“Y ese es el primer paso”, añadió.
Parece que todo esto es caro, pero hay que considerar que el costo de un paro es de billones de dólares. Es evidente que no queremos volver a tenerlo. Como dice Romer, aunque evitarlo cueste unos cientos de miles de millones de dólares, de todas formas seguiría siendo un precio relativamente bajo.
¿Qué falló? Pese a las medidas restrictivas, en los últimos días Singapur ha presentado un repunte de casos: hasta ayer sumaba 728 nuevos enfermos, con un total de 4 mil 427 contagios y 10 fallecimientos; lo que ha obligado a poner a todo el país en cuarentena.