Corea del Norte y del Sur, giro histórico

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Corea del Norte y del Sur, giro histórico

La imagen parecía decirlo todo, Kim Jong-un y Moon Jae In de Corea del Norte y Corea del Sur se encontraron al final de la zona desmilitarizada, pasaron la línea fronteriza que divide a las dos Coreas, y sonrientes se dieron la mano. Primera ocasión desde la firma del armisticio en 1953 en que el mandatario de Corea del Norte pisó Corea del Sur. Jornada histórica, los surcoreanos de acuerdo con el pacifismo de su presidente, igual que los norcoreanos. En el norte y el sur los coreanos aspiran igualmente a la paz, la prosperidad y la unificación. Se dialoga sobre la desnuclearización de la Península, tema que sigue siendo tan central como controvertido y cuyo significado habrá de definirse cabalmente en la reunión con EU, aliado de Corea del Sur.

Semanas de preparación de la cumbre coreana desembocan ahora en una situación que puede decirse, había sido prevista en todos los detalles, con una cuidadosa preparación en lo que se refiere a la agenda pero también a la comunicación en ambos países. La iniciativa fue de Kim desde los Juegos Olímpicos de Invierno cuando se dieron los primeros pasos.

El primer paso para la pacificación de la Península y la "liberación de armas nucleares" cuya definición está pendiente aún, fue dado por Kim Jong-un de Corea del Norte quien pasó de una iniciativa política propia, a la construcción de una agenda común para el primer encuentro en donde se definen objetivos comunes con Corea del Sur. Moon tiene apenas un año como presidente y desde sus primeros días afirmó que buscaría un diálogo con Corea del Norte, por lo cual fue duramente criticado por el presidente Donald metido entonces en las amenazas y la confrontación nuclear y que consideró la posición de Moon inaceptable.

Cuántas vueltas ha dado la situación. Nadie podía imaginar entonces que Kim tomaría la iniciativa en el camino del diálogo y la diplomacia, que definiría objetivos de entendimiento en busca de la paz con Corea del Sur, que hablaría de desnuclearización, lo que difícilmente puede significar su renuncia al armamento nuclear, cuando ha dado pasos importantes en ese terreno. Lo que sí ha hecho Kim, es congelar desde el otoño pasado los ensayos nucleares.

Imposible dejar de ver que la Península de Corea está en un proceso de transformación, que hay una declaración de paz que busca la prosperidad y la unificación de la Península. Los dos líderes declararon solemnemente el compromiso con 80 millones de coreanos y el mundo entero de que no habrá más guerra en la Península y que una nueva era de paz ha comenzado. Más que una cumbre, Kim y Moon iniciaron el camino de un diálogo para la cooperación, los intercambios, las visitas y los contactos permanente entre el Norte y el Sur.

Kim Jong-un y Moon Jae-in sientan las bases para una Declaración que ponga fin a la guerra entre las dos Coreas, que en 1953 firmaron sólo un Armisticio por lo que se entiende que la guerra continúa hasta que no se firme un Acuerdo de Paz, en ese camino están los dos países de la Península. Es posible que EU aliado de Corea del Sur en esa guerra, lo mismo que la República Popular China aliada de Corea del Norte suscriban ese acuerdo como partes o como testigos cuando se firme. Por lo pronto, hay la decisión de Corea del Norte y Corea del Sur de firmar la Paz.

El Sur y el Norte confirmaron el acuerdo común de una completa desnuclearización de la Península para quedar libre de armas nucleares, lo que se deberá definir exactamente qué es. La interrogante es si Corea del Norte estaría dispuesto a renunciar a las armas nucleares y cuál será la posición de EU.

Si bien las bases quedaron sentadas habrá que ver cómo se desarrolla el encuentro entre Kim Jong-un y Donald Trump. Se desconoce si participará China, lo que fortalecería la posibilidad de llegar a acuerdos.
Moon y Kim dejaron sentadas buenas bases para un diálogo con Estados Unidos. Muchos los vieron en las dos Coreas y en el mundo, en el lugar que simboliza la confrontación. Los vieron saludarse y afirmar la búsqueda de la paz, hay expectativas, pero también hay riesgos.

Periodista y analista internacional
Enriqueta Cabrera