Se apela al coraje equivocado. Seguimos anclados en las aversiones en lugar de las simpatías
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Se apela al coraje equivocado. Seguimos anclados en las aversiones en lugar de las simpatías
Pocas cosas resumen el estado que guarda el País como el intercambio epistolar de esta semana entre un grupo de intelectuales (no sé si portan licencia de intelectuales o así se les llama por escribir cinco párrafos sin errores de ortografía) y el presidente López Obrador. Es un diálogo de sordos, sin argumentos medianamente sólidos o serios en ambos sentidos. Ya antes otros han tratado la estrategia de la transformación nacional a través de cartas, casi tan profundas como el río Santa Catarina a la altura del puente del Papa. El Consejo Coordinador Empresarial, la Coparmex, entre otros, se han visto orillados a recurrir a la correspondencia como última opción para el intercambio de ideas. Es un rol difícil para quienes representan a segmentos de la población o a empresas cuando se está ciega y fundamentalmente en contra de todo lo que es, representa y propone alguien como AMLO y su 4T. Pareciera que cartas o desplegados son usados para evitar si quiera rozar codos con quien tienen (se supone) diferencias tan radicales. Se tratan como leprosos. Pocos, si no es que ninguno, de estos organismos o representantes han querido, podido o sabido buscar o encontrar las áreas de coincidencia con el Presidente y su proyecto para buscar construir sobre lo que los une, y no destruir con lo que los separa. **Nota: La ANEI (Asociación Nacional de Empresarios Independientes / http://www.anei.org.mx/wp/) puede ser una de las pocas opciones viables que quedan para establecer un diálogo propositivo y constructivo, donde se alineen las coincidencias entre lo que AMLO ha expresado y lo que los millones de pequeños y medianos empresarios del País ven como políticas públicas sensatas para México.
Los intelectuales abren su carta menospreciando el triunfo electoral de la 4T (y AMLO de rebote) cuando dicen que “la mayoría de los mexicanos no votamos por Morena y sus aliados”; agregan que “AMLO ha concentrado poder en detrimento de los demás poderes... mantenido una actitud despreciativa no sólo hacia instituciones autónomas, sino también a las esferas científicas y culturales... utilizado la pandemia para acelerar la demolición del Estado”; y proponen que “para corregir el rumbo y recuperar el pluralismo político y equilibrio de poderes... hay que crear un bloque ciudadano con partidos de oposición para recuperar el congreso en 2021”. Aunque la carta de los intelectuales no estaba dirigida a él, AMLO se dio por aludido y respondió inmediatamente con una carta titulada “Bendito coraje”, donde prácticamente se mofa de los intelectuales confiado de que la gente no votará por regresar al sistema de antes (yo creo que AMLO tiene razón; aun con las fallas de la 4T, los moditos de AMLO, la crisis y la pandemia, la gente sigue harta y todavía tiene fresca la memoria; siguen teniendo el coraje a flor de piel).
Me parece que fallan los intelectuales y el mismo Presidente en sus cartas al no saber ubicar claramente los significados de la palabra coraje. Los primeros apelan a quienes tienen coraje de que AMLO esté en la silla. Quieren basar su “estrategia” en la irritación o ira de quienes no pueden ver a AMLO ni a sus colegas de la 4T. No hay ideas, no hay propuestas. Si acaso proponen hacer una capirotada de ideologías y posturas políticas con el único fin de quitarle poder a AMLO. Quítate tú y me pongo yo. Sin plan, sin agenda, sin noción de qué México visualizan. Hay décadas de talento, estudios, libros publicados, hay historiadores, economistas, pensadores, periodistas y a lo más que llegan es a tratar de generar un cambio apelando al miedo y al enojo colectivo. El Presidente, por su parte, apuesta que el coraje, el enojo, la ira de la gente que lo puso ahí en 2018 siga siendo su principal activo, a pesar de sus tropiezos, de la crisis que vino de fuera pero que arropó como si fuera suya, y de las fallas y desplantes vergonzosos de gente cercana a él (Eréndiras, Ackermans, Yeidckoles, Bartletts, etc).
A ninguno se le ocurre apelar al otro tipo de coraje. Ese que se define no como irritación o ira, sino el que se define como valor, esfuerzo del ánimo o como una decisión impetuosa. El País entero debe pasar de la ira al valor. Del coraje malo al coraje bueno, del coraje maldito al bendito coraje, ese que construye y no destruye, ese es el único coraje que pudiera considerarse bendito.