Coplas y copleros

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Coplas y copleros

¿Qué es una copla? El diccionario de la Academia, que no sabe de coplas, da una vaga definición de la palabra. Dice sólo que la copla es una composición poética breve que sirve por lo común de letra a las canciones populares.

La definición cojea, con perdón sea dicho, y no dice nada de lo que en esencia la copla es. Contrastan con esa descripción las Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, que desdicen también, por su belleza y hermosura, del vago desdén con que el vocablo “coplas” va acompañado en expresiones muy en uso en España como “andar en coplas”, “echar coplas a uno”, etcétera. Al mal poeta se le llama “coplero”.

Y es que las coplas tienen raíz de pueblo, y todo lo popular hace que algunos pedantes frunzan el entrecejo y otras cosas. Las coplas son creación del gran poeta pueblo. Anónimo dicen que es ese poeta, y sin embargo su nombre es el de todos. Se llama Juan y Pedro, Antonio y Manuel, Francisco y Luis. Y se llama también Socorro y Lucía, Rosa y Dolores, María y Soledad. Es decir, se llama gente. Porque la copla es cosa de la gente común. Lo suyo es la naturalidad; rechaza toda sutileza o pensamiento alambicado. El que hace coplas no las piensa: las siente. Salen del corazón y no del seso.

Eso no quita que grandes e ilustres señores y señoras hayan hecho también coplas. Cité las de Manrique en homenaje del maestre de Santiago, su claro progenitor. Teresa de Jesús, esa santota, gustaba de hacer coplas. Cuenta Yepes, su biógrafo: “... Las fiestas de los santos celebraba con gran devoción y alegría, y hacía coplas en loor de ellos...”. Cervantes hizo coplas en su tiempo, y en el nuestro -o casi- las escribió Machado: “... En el corazón tenía / la espina de una pasión; / logré arrancármela una día: / ya no siento el corazón...”. Si eso no es una copla, entonces nada es una copla.

Por eso se puede decir bien que la copla es una de las creaciones más bellas de la lírica en lengua castellana. Para todo sirve: para loar a Dios y a la mujer; para decir cosas de amor y desamor; para exaltar al solar nativo, para zaherir a la gente mala y poner por las nubes a la buena; para dar voz a la sabiduría popular...

La palabra copla, dicen unos, viene de cópula. Siempre relacionamos esa palabra con el coito, apareamiento, concúbito, ayuntamiento o cubrición, pero lo cierto es que en su primera acepción cópula significa simplemente atadura. Claro que quienes ejercitan la cópula se atan.

-Me gusta esa chica para hacer menudo.

-¿Cómo para hacer menudo?

-Sí. Para hacerme nudo con ella.

En la copla hay una cópula, es decir una atadura, de forma y fondo. Ambos conceptos van unidos; a la perfecta redondez de la idea debe corresponder la brevedad de los exactos versos. No tienen que ser cuatro por fuerza, ni octosílabos, ni asonantados. Las combinaciones métricas y de rima pueden ser variadas. Lo que importa es la concisión y la cabal entrega del concepto.

Mañana voy a poner en este espacio algunas coplas muy precisas y preciosas que he sacado de aquí y de allá. Y de acullá, que es donde más hallé.