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Convocatoria urgente

El 10 de mayo atrapa todos los espacios, incluyendo los medios de comunicación. Todo pasa a segundo lugar ante el homenaje muy merecido de la madre, fuente y cuidado de la vida humana. Debido a ello, pasó desapercibida una convocatoria de alguien que tiene poder de convocatoria sin tener poder político: el Papa Francisco. Convoca a un evento para cuestionar y generar un cambio en una dimensión crucial para el género humano: la economía y la responsabilidad, tanto global como personal y pública.

Sin duda alguna el esfuerzo y la competencia económica es una tarea que ocupa directa e indirectamente a la mayoría de la población del planeta: a los pobres y a los ricos, a los padres y a las madres, a los obreros, campesinos y trabajadores de todas las clases sociales, a los profesionistas y desempleados, a los empresarios, sindicatos y a todos los actores políticos.

Sin embargo, estas tareas económicas se realizan de manera automática, estandarizada y reduciéndola casi exclusivamente al ámbito material, corporal o comercial. El Papa la llama “des-animada”, es decir, una economía sin alma. No toma en cuenta la salud, las consecuencias futuras, ni a la persona y su familia.

El Papa convoca a quienes “hoy se están formando y están empezando a practicar una ‘economía diferente’ a la que ya estamos acostumbrados y que conduce al deterioro total: (1) la que hace vivir y no mata, (2) la que incluye y no excluye, (3) la que humaniza y no deshumaniza, (4) la que cuida la creación y no la depreda”.

“Hoy todo está conectado –continúa el Papa su convocatoria que es una llamada de atención muy urgente–, la protección del medio ambiente no puede separarse de la justicia para los pobres y de la solución de los problemas estructurales de la economía mundial. Por lo tanto es necesario corregir los modelos de crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras”.

La mayoría de la población ha oído la palabra “modelo económico”, muy conocido por los eruditos, pero que en la práctica se usa como buena economía o mala economía, según los criterios de cada quien. En los párrafos anteriores el Papa define con claridad esos criterios con los que podemos medir si el modelo económico global-nacional-social-familiar, con los que se deciden las actividades de cada quien, están presentes o ausentes, enferman a los habitantes del planeta o les dan esperanza de un crecimiento saludable para todos.

Ningún ser humano carece de espíritu, de alma. Nuestro mundo está descubriendo porciones aisladas del espíritu ecológico, de la visión humanitaria, de la generosidad incluyente y del compromiso inaplazable de cultivar la vida y todos lo vivientes. Sin embargo, hay que ver sus interacciones e influencias mutuas para que el progreso económico “animado” sea integrador o desintegre a los seres humanos y sus familias.

El evento se realizará en Asís del 26 al 28 de marzo de 2020. Convoca a los jóvenes y con ellos a los mejores cultores y cultoras de la ciencia económica, así como a empresarios que ya están comprometidos con una economía con alma que cuide a la persona y a la madre tierra.

Esta no es una pía exhortación. Es una convocatoria urgente para que todos revisemos nuestros esquemas mentales y morales.