Montañas y montañas de ropa se encuentran botadas sobre el piso del llamado “Muro de la Bondad”, ubicado en el bulevar Fundadores, a la altura de la colonia San José de los Cerritos.

Prendas de todo tipo y colores tapizan, incluso, el baldío que se encuentra a espalada del Muro, una estructura de concreto y lámina provista de clavijeros donde la gente altruista suele ir a donar vestimentas en buen estado. Aquí gran cantidad de trapos son parte de la basura urbana que puebla el lugar, en contrasentido con las campañas sociales que promueven la donación de ropa en buenas condiciones.

Y a pesar de la crisis económica que ha generado, sobre todo en los sectores marginados, la pandemia del COVID-19. Durante una visita realzada por VANGUARDIA en este sitio se captó la presencia de un indigente que lanzaba trapos usados y sucios al baldío, para después surtirse con la ropa que había en los ganchos del Muro.

Cuando se le abordó el señor, dijo vivir solo en un tejabán por el rumbo de la colonia Zaragoza y mantenerse con la venta de chatarra, por lo que seguido viene hasta el Muro para intercambiar su ropa usada y sucia por mejor vestimenta.

En septiembre de 2019 vecinos de la colonia San José de los Cerritos habían denunciado a este medio el robo de prendas de vestir del Muro, edificado por manos anónimas hace más de tres años, prendas que luego eran vendidas.

HISTORIAS QUE DESANIMAN

Del mismo modo a finales de mayo pasado se publicó el desperdicio de ropa donada, que hacen vecinos de la Morelos Quinto Sector a la entrada de esta colonia de tejabanes. Las razones por las que a gente de los tejabanes tira la ropa a la intemperie son: que las prendas no les quedan; que se encuentran en mal estado; que no les gustan y que, una vez usada, en lugar de lavarla, la tiran, dando lugar a un colorido basurero, como el que se sitúa a un costado del llamado “Muro de la Bondad”.

Al respecto, la activista de una organización civil, enfocada a ayudar a personas de bajos recursos, contó que durante un evento navideño en una colonia marginada se despojó y regaló su chamarra a un vecino que pase al frío apenas portaba una playera. La activista pensó que había hecho a obra de caridad de su vida y se sintió bien. Días después regresó a la colonia y encontró su chamarra tirada en la calle, entre otro montón de ropa sucia Reclamó entonces al vecino aquel al que se la había obsequiado.

Que la había tirado porque ya estaba sucia y la ropa que se ensuciaba en casa ya no se lavaba. El mecenas se quedó en una pieza. Levantó su chamarra y se fue.