Contacto en ‘Don Artemio’
Usted está aquí
Contacto en ‘Don Artemio’
La tertulia se había pospuesto desde siempre. Un apretón de manos, un festivo abrazo, el intercambio de parabienes y buenos deseos, pero nada. No se concretaba una buena comida y sobre todo, charla, buena charla entre el Delegado Federal de Economía en Coahuila, Marcos Durán Flores, quien es compañero de armas aquí en VANGUARDIA, usted lo sabe y lo lee, y quien esto escribe. Nada. Pasaban los días y semanas y en diversas reuniones y foros donde coincidíamos afloraba una muletilla: “hay que ir a comer y parlar maestro…” y desgraciadamente la agenda saturada de trabajo del Delegado Federal no lo permitía.
Pero, hace apenas días y con una llamada a mi celular desvencijado, don Marcos Durán puso ultimátum: comíamos y charlábamos a la voz de ya. Recomendó el restaurante del chef de sabor huracanado, “Don Artemio” y allí nos vimos sin más preámbulo. Marcos Durán es un hombre bueno, de lucha y empuje. Su columna los días martes la enfoca no pocas veces por la ciencia y luego transita hacia la literatura y tiene un santo tutelar, el patrono de Aracataca, Colombia, Gabriel García Márquez. Pero donde es un ducho es en su área de competencia y enfoque: cuadrar un puzle difícil y volátil: la economía, las inversiones, el acero, el carbón, la denominación de origen de marcas en Coahuila; la clase empresarial… no poca cosa.
Marcos Durán llegó puntual a la cita, no así este escritor quien se retasó notablemente porque como en el Centro enfermizo de Isidro López Villarreal se abren ruinas y cambia sentido en sus calles todos los días, el desbocado bus del Ramos Arizpe de plano no hallaba por dónde transitar y salir de la zona de guerra rumbo al Bulevar Carranza. Como prueba de mi retraso causado por las obras sin rumbo del Alcalde chabacano de “Chilote” López, aporté mi boleto del Ramos. Mi compañero de plana rió ruidosamente.
Fueron dos o tres horas de buena charla. No tuvimos tema aborrecido. Lo tratamos de desplumar todo. Y es que yo debía aprovechar su privilegiada información ante temas tan espinosos como la caída del precio del petróleo (anda rondando los 38 dólares diarios el barril, cuando hubo dos años en la época de Felipe Calderón en que estaba por las nubes de los 137 diarios. Los panistas no lo aprovecharon, por eso siempre pierden), los impuestos al acero y su repercusión en Coahuila, la baraja que se maneja por la sucesión de Gobernador en la entidad, las nuevas inversiones de simiente coreano, la instalación de la Kia Motors…
Esquina-bajan
Fue una tarde fructífera donde el que robó el tiempo fue este escritor a tan alto funcionario federal. Un tema se alargó: la cultura coreana, su llegada, su influencia, su poderío económico, su manera de trabajar y sobre todo, su radio de dominio, el cual ya ejerce en la región, teniendo como base Apodaca y Pesquería, N.L. Aquí hay proveedores, pero lejos del monstruo que se está construyendo en tierras regias. Y usted lo sabe lector, me creo un sabio del tema porque voy tres veces por semana a Apodaca a ver a mi lady, mi musa regia la cual pues sí, vive en esa ciudad.
Y es que hablar de esta cultura coreana es tema espinoso y difícil. Su ejercicio del poder vertical raya en la sumisión. Sus protocolos ante la comida, ante la bebida, ante su categoría de autoridad son muy diferentes a los nuestros. De hecho es tal su poder económico, por ejemplo, que Apodaca, Pesquería e incluso, Monterrey están ya plagados de restaurantes coreanos. Y ojo, no es eso llamado “sushi”, un “tiradito de salmón o atún”, “arroz” solamente y etcétera, no. Es comida coreana de la cual sabemos poco, por no decir nada. Estos restaurantes los están trayendo desde Corea.
Y claro, ya hay las primeras escaramuzas entre las autoridades y los empresarios coreanos. La CEDH de Nuevo León, en voz de su presidenta, Minerva Martínez, ya ha puesto a Kia Motors bajo la lupa por el virtual hacinamiento de los trabajadores de la construcción en dicha planta en Pesquería. Puf. Anudado a lo anterior, si usted va a Apodaca, hay una zona dorada, digamos, y otra zona de fondas y cervecerías, sin clima ni lujo, donde los letreros con mala grafía señalan en su exterior: “Se vende comida del sur”.
“Hay comida oaxaqueña”. “Comida de Veracruz”. Sí, los obreros que llegan por decenas a esta tierra prometida. Nadie presta atención a ello.
Letras minúsculas
Empapado de todo, don Marcos Durán con todos los hilos de las inversiones y el puzle cuadrado en mano. Volveré al tema.