Construcciones machistas en tiempos modernos

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Construcciones machistas en tiempos modernos

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A las chicas se le atribuyen más los aspectos que tienen que ver con la emocionalidad, ternura, prudencia; y los chicos más con el activismo, la acción, la decisión, la capacidad de riesgo.

Sólo un 9% de los jóvenes dice no percibir desigualdades entre chicos y chicas. Se habla de un machismo más sutil y una mal entendida diferencia en la identidad de género. Control, celos, posesión, intimidación, violencia… se trata de violencia de género en adolescentes. Los avances, ¿de fondo o de forma?

Siglo XXI: ¿El machismo es pasado en nuestra sociedad? Nada más lejos de la realidad. Ahora la mujer no es inferior, sino diferente. Según Olga Barroso, coordinadora y psicóloga de la Unidad Especializada de Atención

Psicológica a Mujeres Adolescentes Víctimas de Violencia de Género, los agresores adolescentes “están en todas las clases sociales y en cualquier variable”.

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Dos estudios realizados sobre este asunto concluyeron “que los chicos que estaban más de acuerdo con ideas clásicamente machistas (los chicos no deben llorar, es correcto pegar a una chica si te deja, es correcto mandar en la relación) eran los que más emitían conductas violentas”, indica la entrevistada.

Eusebio Megías,  coordinador del estudio realizado a 2 mil 514 chicos, señala que “la cuestión empieza pensando que la identidad de chicos y chicas es radicalmente distinta”. Los roles de chicos y chicas en la sociedad actual, y la identidad de género en la adolescencia, quedan en la mira de las conductas machistas.

A las chicas se le atribuyen más los aspectos que tienen que ver con la emocionalidad, ternura, prudencia; y los chicos más con el activismo, la acción, la decisión, la capacidad de riesgo.

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“Estos estereotipos son los que, basándose en una especie de prejuicios de que somos diferentes van muchísimo mas allá de las reales diferencias biológicas y hacen una construcción social que separa la identidad de mujeres y de hombres”, manteniendo la desigualdad y siendo “el caldo de cultivo en el que después beben muchas de las actitudes sociales discriminatorias”.

En temas de sexualidad, según este estudio, tampoco recoge demasiada evolución: ellos, activos y capaces. Ellas, sumisas y recatadas. Algo que, según el especialista, supone dejar “el control y la capacidad ejecutiva de la pareja en manos del chico”, que siente “que tiene que tomar las decisiones porque se cree animal sexualizado”; mientras la mujer siente que tiene que estar controlando, pero cediendo porque en esa situación de entrega absoluta, la chica -y esto sería otro estereotipo de inequidad- “tiene que forzarse por contentar y satisfacer a su pareja”.

Es el camino en el que el maltrato de género aparece con mucha más facilidad. Para el coordinador del estudio, “tenemos mucha tela que cortar”, pues “mientras no haya una educación más igualitaria y no se rompan estos estereotipos de inequidad, es mucho más difícil controlar estas situaciones de violencia, que son raíces muy ancladas en comportamientos individuales pero también en el clima social”.