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Consecuencias de ser ‘padres helicóptero’
No existen estilos de crianza o parentales perfectos. Hace más de 60 años la disciplina autoritaria y a veces hasta física era la que predominaba en las familias y escuelas. Los adultos, padres y maestros tenían la misión de regular los comportamientos de niños y adolescentes mediante reglas, órdenes y procedimientos punitivos. En otras palabras, los castigos eran la herramienta más usada. Recuerdo que el grito, la amenaza, una nalgada y hasta un cintarazo corregían las malas conductas. Algunos maestros usaban las reglas y hasta el “metro” para golpear a los estudiantes que no obedecían sus instrucciones.
Ahora bajo la ley del péndulo el estilo parental se mueve hacia el otro extremo y hoy muchos padres se identifican con una crianza más permisiva y sobreprotectora. En Estados Unidos se les llama “padres helicóptero”. ¿Qué son los “padres helicóptero”? Significa que están involucrados en la vida de sus hijos de una manera que los sobrecontrolan y sobreprotegen. Permanecen muy cerca de ellos y “vuelan encima de ellos” para prevenir cualquier fracaso o daño físico o psicológico. Muchos de estos padres preparan el camino para que sus hijos tengan éxito a toda costa, les quitan todos sus obstáculos de su camino y se aseguran de que se vean perfectos y si no lo hacen buscarán inmediatamente que lo sean. Algunos ejemplos:
1.- En la escuela, los papás se aseguran de que sus hijos tengan determinado maestro o un grupo de amigos. Buscan que tengan un “grupito de amigos” para evitar que los rechacen o excluyan de los “planes” los fines de semana.
2.- Anota o busca las tareas escolares para que su hijo no fracase en sus deberes.
3.- Lo protegen del fracaso y si falla lo justifican haciéndolo víctima y culpando a los demás o situaciones que lo rodean.
4.- Los padres realizan sus trabajos académicos o se involucran demasiado en ellos.
5.- Los hijos no realizan ninguna tarea doméstica en casa.
Este tipo de crianza, aunque tiene una intención genuina, tiene algunas graves consecuencias a largo plazo de las que la mayoría no es consciente:
Inmadurez. Los padres helicóptero toman demasiadas decisiones para sus hijos, reduciendo su necesidad de resolver problemas y tomar sus propias decisiones. No crecerán al no dejarlos que se equivoquen o caigan y aprender hacerlo mejor la próxima vez, impiden que su cerebro se desarrolle y avancen a sus metas sociales, personales y académicas.
Baja autoestima y confianza. El mensaje es claro. “Hijito, no eres capaz de hacerlo y además te equivocarás. Por eso estoy aquí por ti para evitar tu fracaso”. Esto conduce a una falta de confianza y baja autoestima. Esta es una forma sutil de aplastar su alma: “No puedes hacer nada sin mí”.
Baja tolerancia a la frustración. Cuando el padre siempre está allí para prevenir el problema, el niño nunca aprenderá a través del fracaso, la decepción o la pérdida, aspectos inevitables de la vida de todos. Impiden que vivan en forma significativa consecuencias de sus malas decisiones. Como consecuencia, los niños perderán la oportunidad de aprender de sus errores y nunca experimentarán las lecciones más importantes de vida para su vida emocional y profesional.
Problemas de salud mental. La crianza en helicóptero aumenta los niveles de depresión y ansiedad de un niño. Sin herramientas para enfrentar por ellos mismos los retos de la vida, serán más vulnerables, ansiosos y acomplejados.