Conciencia social por encima de la debilidad humana

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Conciencia social por encima de la debilidad humana

EFE

La crisis sanitaria y económica por la pandemia dejará a México con profundas lesiones y además, agravará aquellas que ya teníamos. Sin embargo, algunos tomadores de decisiones parecen llegar tarde a las lecciones y siguen ensimismados en sus formas de hacer política: a la mala y acomodando las circunstancias para sacar provecho, subordinando, incluso, aquellos principios que los llevaron al poder que ahora ostentan.

Ahora, durante el desarrollo de cada una de las fases de esta pandemia, las entidades federativas han aplicado algunas acciones al tiempo que el gobierno federal determina otra cosa, y los municipios hacen lo que quieren, lo que pueden o de plano lo que entienden. 

Por supuesto que el oportunismo también ha servido de combustible para que algunos, en especial aquellos con intereses partidistas, muestren poca empatía por el bienestar de todas las personas y sólo busquen llevar agua a su molino. 

Desde los personajes adictos al foco mediático, listos para la foto en actos públicos, exponiendo tanto a sus colaboradores como al gremio periodístico y la población en general, hasta las discusiones sin argumentos con tal de denostar una acción u otra. 

Polémicas y sobre exposiciones que poco han abonado a la solución de los problemas que se enfrentan en este momento, y los que se avecinan. 

Por la incertidumbre del coronavirus, ahora sabemos que se han perdido más de 700 mil empleos formales hasta el mes de abril, de acuerdo a datos del Banco de México. Sin olvidar la cantidad de trabajos del sector informal, que aunque es incierta, va impactar de forma significativa. 

Otro factor que ha sido poco tomado en cuenta en las políticas públicas que han surgido de forma emergente en México, es el impacto en la salud mental que conlleva el confinamiento, el fallecimiento de familiares, el miedo al contagio, el desempleo y la pérdida de ingresos. 

El pasado 14 de mayo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió la “necesidad de aumentar urgentemente la inversión en servicios de salud mental si el mundo no se quiere arriesgar a que se produzca un aumento drástico de las enfermedades psíquicas”. 

Los últimos informes de la ONU indican un aumento de síntomas de ansiedad y depresión y se han identificado sectores poblacionales más proclives a padecerlos, como los trabajadores sanitarios de primera línea que laboran con deficiencias de equipo e incluso han sido víctimas de ataques por la población. 

Ante el panorama poco alentador, surge la necesidad de exigir un diseño de políticas públicas que deje de lado las debilidades y las tentaciones humanas, fundamentadas en el individualismo, para dar pie a una participación social, más crítica y a la vez más propositiva, con un entendimiento consciente de lo que ocurre y está por venir.