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Con Shari Mason, Shostakovich y Tchaikovsky llega el segundo concierto de la OFDC
Después de demostrar cómo supieron adaptarse al formato híbrido, la Orquesta Filarmónica del Desierto de Coahuila (OFDC) ya está lista para continuar su oferta tanto desde el Teatro de la Ciudad Fernando Soler como en transmisión en vivo, para que ante las circunstancias que provocó la pandemia nadie se quede con ganas de escucharlos.
En este segundo concierto de temporada, que se llevará a cabo este viernes 26 de marzo a las 20:00 horas, tendrán como invitada a la violinista Shari Mason, concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, quien interpretará el Concierto para Violín de Pyotr Ilich Tchaikovsky, una de las piezas más demandantes del repertorio para este instrumento.
Natanael Espinoza, director de la OFDC, en entrevista con VANGUARDIA, comentó que este en evento continuarán propuestas que iniciaron en febrero pasado, como una charla educativa previa, donde se hablará sobre los puntos clave del programa de la noche, así como una transmisión en línea con la más alta calidad, ahora bajo la dirección de un músico, para que las tomas no se pierdan los más importantes pasajes de cada obra.
El concierto iniciará con la Obertura Festiva de Shostakovich, obra singular que “abrirá una expectativa grande del público” antes de dar paso a Mason y la pieza que interpretará.
“Es de las obras más codiciadas por los instrumentistas, hablando particularmente del violín. Es como los chelistas, todos soñamos con tocar el concierto para Violonchelo y Orquesta de Dvorak, los violinistas igual con el Tchaikovsky, es como que te vas a consumar con esa obra”, explicó Espinoza.
“El acompañamiento de estos conciertos por lo general no es muy complicado, porque está acompañando el virtuosismo del solista. En el Concierto para Violín de Tchaikovsky trae momentos de mucha exigencia técnica que requieren de especial atención. Yo no había estudiado tanto el acompañamiento de un concierto como este”, agregó.
La obra, que representa un reto para todos los músicos, es tan solo la segunda propuesta de la noche, pues para cerrar han preparado la Sinfonía No. 4, también del compositor ruso, misma que el director desarrolló junto con la orquesta desde el plano técnico y del intelectual.
“Es muy interesante ubicar a la orquesta en el contexto histórico del autor. Tchaikovsky estaba atravesando una crisis durísima. Él no se aceptaba como homosexual y era una búsqueda constante. Antes de escribir esta sinfonía venía de un divorcio de nueve meses, se casó buscando una especie de solución, algo que pensaba que era un problema”, compartió el director.
En ese momento Tchaikovsky encontró en Nadezhda von Meck a una gran amiga y aliada, con quien compartió una relación a distancia y que además se convirtió en su mecenas, permitiéndole vivir su vida y apoyándole en la creación de su música.
“En estas circunstancias escribe esta obra. Todavía confundido pero digamos que las sinfonías 4, 5 y 6 es una obra donde puedes ver la evolución del compositor. El primer movimiento es festivo, pero para mí es el anuncio para pasar a algo muy triste, un vals muy muy triste y lo describe gráficamente”, comentó Espinoza, “por ejemplo yo traté con las maderas un concepto de una tristeza profunda en ciertas escalas descendentes y yo busco que ellos interpreten esa desolación, esa tristeza, en el instrumento y que se logre transmitir”.
“En el segundo movimiento es más bien melancólico y no una lamentación”, continuó, “es algo muy romántico, puede ser meloso, pero siempre poniendo un precedente de una persona meditabunda, una persona que está en esa etapa de la vida donde no encuentra lo que tiene que hacer o quién es o cómo ser. Es una persona que está constantemente haciéndose preguntas y eso lo plasma de una manera genial, en el segundo movimiento”.
Sobre el tercer movimiento, el scherzo —que en italiano significa “juego”—, reflexionó que, luego “poner una parte de su vida” en los primeros dos movimientos, aquí tuvo que adoptar una postura más académica, pero no por ello sin su genialidad y el concepto de juego lo lleva a su más grande expresión.
“De una suerte que le dice a la cuerda ‘deja tu arco a un lado porque no lo vas a usar en todo el movimiento, todo es pizzicatto’, entonces si ya de por sí el aire del movimiento es juguetón, pues hacerlo así le da una especie de vibra de jardín de niños, una plaza donde hay un chorro de niños jugando”, expresó y añadió que el piccolo también tiene un parte muy importante, un pasaje de audición donde toca alrededor de 116 notas en rápida sucesión.
“Termina, me parece a mí, en una especie de ballet, de como conocemos a Tchaikovsky, ese alegre, para dar paso al cuarto movimiento, donde me parece que descarga todo su virtuosismo como compositor”, concluyó.
Este concierto se realizará también en el marco del 42 aniversario del Teatro Fernando Soler. Tanto los boletos presenciales, en 200 pesos, como los virtuales, en 100, están disponibles a través de la plataforma Boletópolis y el caso de la función en el auditorio se contarán con todas las medidas sanitarias.