¿Con quién verás el Super Bowl?

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¿Con quién verás el Super Bowl?

Sin duda el día del Super Bowl ha trastocado la cultura de millones de hogares y personas. El juego se convirtió en un fenómeno publicitario en el que lo que hay que comer, ver y disfrutar en el medio tiempo nos es impuesto.

El día como tal hasta en célebre se ha convertido por quienes alrededor de él se reúnen a departir la comida, los comentarios, las quinielas. En esas reuniones de amigos o familiares no puede faltar el “que sabe” y suelta antes, durante y después del juego todas las estadísticas habidas y por haber del gran juego. El que trae todo, el que organiza la quiniela, el que refiere alguna jugada de su equipo universitario cuando ve la mejor tackleada o el mejor touchdown de la tarde.

Hoy la inclusión de tantos niños y niñas en el tochito de la modalidad NFL los hace ser consumidores del día especial del futbol americano, por lo que ya se considera como un evento que abona a la unión familiar. Las señoras ya parece que le saben de tanto acompañar al niño a sus juegos de la liga infantil o por recordar los tiempos en que el “viejo” era estrella universitaria y no paraba de alentarlo en las tribunas, aunque no entendiera nada.

Esto último me recordó a aquel jugador de liga mayor que llevó por vez primera a su novia a verlo jugar, la muchacha no supo distinguir qué jugador era su amorcito con aquellos arreos que cubrían hasta la cara, y lo buscaba y buscaba y nada. Cuando terminó el juego muy orgulloso el grandulón aquel le dijo esbozando una enorme sonrisa y con voz en cuello para que todos sus amigos escucharan: “¡me viste amorssssscito traía el 66!” “Hay no Macario, yo solo vi un grandote como tú, ¡pero con el 99!” “¡Achis! Si no tenemos 99.” “Pues solo a ese vi…” “¡‘hijjj’ me viste cuando me pusieron de cabeza!”

Las mujeres que hoy se equipan tarde a tarde durante su temporada de americano bikini en el país, también saben quién es quién la tarde del súper domingo y seguramente querrán pronosticar como solo los hijos de Nostradamus saben hacerlo. En Saltillo las carnes asadas abundarán y la tarde tendrá una atmosfera especial como aquellas que en enero del siglo pasado se respiraban en la casa de los González con don Gerardo, Arturo, Sergio y Evelio González como anfitriones, en su hogar de la calzada Antonio Narro, de un sinnúmero de excelentes personas.